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domingo, 28 de abril de 2013

Santa Gianna Beretta Molla


Gianna Beretta Molla (1922-1962)

Gianna Beretta nació en Magenta (provincia de Milán) el día 4 de octubre de 1922. Desde su tierna infancia, acoge el don de la fe y la educación cristiana que recibe de sus padres. Considera la vida como un don maravilloso de Dios, confiándose plenamente a la Providencia, y convencida de la necesidad y de la eficacia de la oración.

Durante los años de Liceo y de Universidad, en los que se dedica con diligencia a los estudios, traduce su fe en fruto generoso de apostolado en la Acción católica y en la Sociedad de San Vicente de Paúl, dedicándose a los jóvenes y al servicio caritativo con los ancianos y necesitados. Habiendo obtenido el título de Doctor en Medicina y Cirugía en 1949 en la Universidad de Pavía, abre en 1950 un ambulatorio de consulta en Mésero, municipio vecino a Magenta. En 1952 se especializa en Pediatría en la Universidad de Milán. En la práctica de la medicina, presta una atención particular a las madres, a los niños, a los ancianos y a los pobres.

Su trabajo profesional, que considera como una «misión», no le impide el dedicarse más y más a la Acción católica, intensificando su apostolado entre las jovencitas.

Se dedica también a sus deportes favoritos, el esquí y el alpinismo, encontrando en ellos una ocasión para expresar su alegría de vivir, recreándose ante el encanto de la creación.

Se interroga sobre su porvenir, reza y pide oraciones, para conocer la voluntad de Dios. Llega a la conclusión de que Dios la llama al matrimonio. Llena de entusiasmo, se entrega a esta vocación, con voluntad firme y decidida de formar una familia verdaderamente cristiana.

Conoce al ingeniero Pietro Molla. Comienza el período de noviazgo, tiempo de gozo y alegría, de profundización en la vida espiritual, de oración y de acción de gracias al Señor. El día 24 de septiembre de 1955, Gianna y Pietro contraen matrimonio en Magenta, en la Basílica de S. Martín. Los nuevos esposos se sienten felices. En noviembre de 1956, Gianna da a luz a su primer hijo, Pierluigi. En diciembre de 1957 viene al mundo Mariolina y en julio de 1959, Laura. Gianna armoniza, con simplicidad y equilibrio, los deberes de madre, de esposa, de médico y la alegría de vivir.

En septiembre de 1961, al cumplirse el segundo mes de embarazo, es presa del sufrimiento. El diagnóstico: un tumor en el útero. Se hace necesaria una intervención quirúrgica. Antes de ser intervenida, suplica al cirujano que salve, a toda costa, la vida que lleva en su seno, y se confía a la oración y a la Providencia. Se salva la vida de la criatura. Ella da gracias al Señor y pasa los siete meses antes del parto con incomparable fuerza de ánimo y con plena dedicación a sus deberes de madre y de médico. Se estremece al pensar que la criatura pueda nacer enferma, y pide al Señor que no suceda tal cosa.

Algunos días antes del parto, confiando siempre en la Providencia, está dispuesta a dar su vida para salvar la de la criatura: «Si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no dudéis; elegid -lo exijo- la suya. Salvadlo».
La mañana del 21 de abril de 1962 da a luz a Gianna Emanuela. El día 28 de abril, también por la mañana, entre indecibles dolores y repitiendo la jaculatoria «Jesús, te amo; Jesús, te amo», muere santamente. Tenía 39 años.

Sus funerales fueron una gran manifestación llena de emoción profunda, de fe y de oración. La Sierva de Dios reposa en el cementerio de Mésero, a 4 kilómetros de Magenta.

«Meditada inmolación», Pablo VI definió con esta frase el gesto de la beata Gianna recordando, en el Ángelus del domingo 23 de septiembre de 1973: «una joven madre de la diócesis de Milán que, por dar la vida a su hija, sacrificaba, con meditada inmolación, la propia». Es evidente, en las palabras del Santo Padre, la referencia cristológica al Calvario y a la Eucaristía.

Fue beatificada por Juan Pablo II el 24 de abril de 1994, Año Internacional de la Familia.

miércoles, 24 de abril de 2013

¿Qué es la gracia?






¿Qué es la gracia?

Llamamos gracia al acercamiento gratuito y amoroso de Dios a nosotros, a su bondad que nos ayuda, a la fuerza para la vida que procede de él. Por la Cruz y la Resurrección Dios se acerca completamente a nosotros y nos hace participar de su vida mediante la gracia. Gracia es todo lo que Dios nos otorga sin que lo merezcamos lo más mínimo. [1996-1998,2005,2021]
«La gracia», dice el papa Benedicto XVI, «es ser contemplado por Dios, ser tocado por su amor». La gracia no es un objeto, sino la comunicación de sí mismo que Dios hace a los hombres. Dios no quiere darnos menos que a sí mismo. En la gracia estamos en Dios.


¿Qué hace la gracia de Dios con nosotros?

La gracia de Dios nos introduce en la vida interior del Dios trinitario, en el intercambio de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Nos capacita para vivir en el amor de Dios y para obrar a partir de este amor. [1999-2000,2003-2004,2023-2024]
La gracia nos ha sido infundida de lo alto y no se puede explicar por causas intramundanas (gracia sobrenatural). Nos convierte en hijos de Dios -especialmente por el Bautismo- y herederos del cielo (gracia santificante o divinizadora). Nos otorga una inclinación interior permanente al bien (gracia habitual). La gracia nos ayuda a conocer, querer y hacer todo lo que nos conduce al Bien, a Dios y al cielo (gracia actual). La gracia se da de modo especial en los sacramentos, que por voluntad de nuestro Redentor son lugares destacados del encuentro con Dios (gracia sacramental). También se muestra en especiales dones de gracia que se conceden a cristianos individuales (CARISMAS) o en fuerzas especiales prometidas al estado del matrimonio, del Orden y al estado religioso (gracia de estado).



martes, 23 de abril de 2013

"Joven: pregúntale a Jesús lo que quiere de ti, ¡y sé valiente! "




Invitación de Francisco en el Dia Mundial de Oración por las Vocaciones


CIUDAD DEL VATICANO, 21 de abril de 2013 (Zenit.org)
Al finalizar la Santa Misa celebrada hoy en la Basílica Vaticana, con motivo del Domingo del Buen Pastor y de la ordenación de diez presbíteros para la Diócesis de Roma, el santo padre Francisco se asomó a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Regina Cæli con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.

Palabras del santo padre antes de la oración mariana, Regina Cæli:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Cuarto Domingo de Pascua se caracteriza por el evangelio del Buen Pastor --en el capítulo décimo de san Juan--, que se lee todos los años.
El pasaje de hoy narra estas palabras de Jesús: "Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno". (10, 27-30). En estos cuatro versículos está todo el mensaje de Jesús, y es el núcleo central de su Evangelio: nos llama a participar de su relación con el Padre, y esta es la vida eterna.
Jesús quiere establecer una relación con sus amigos que sea el reflejo de la que Él mismo tiene con el Padre: una relación de recíproca pertenencia y de confianza mutua, en íntima comunión. Para expresar esta profunda armonía, esta relación de amistad, Jesús utiliza la imagen del pastor con sus ovejas: él las llama, y estas reconocen su voz, responden a su llamada y le siguen. ¡Es hermosa esta parábola!
El misterio de la voz es fascinante: pensemos que desde el vientre de nuestra madre aprendemos a reconocer su voz, y la del papá; por el tono de una voz percibimos el amor o el desprecio, el afecto o la fraldad. ¡La voz de Jesús es única! Si aprendemos a distinguir, Él nos guía en el camino de la vida, una vía que va más allá del abismo de la muerte.
Pero Jesús, en un momento dado, dice, refiriéndose a sus ovejas: "El Padre, que me las ha dado..." (Jn. 10, 29). Esto es muy importante, es un profundo misterio, que no es fácil de entender: si me siento atraído por Jesús, si su voz enciende mi corazón, es gracias a Dios Padre, que ha puesto en mí el deseo de amor, de verdad, de vida, y de belleza... ¡y Jesús es todo esto en plenitud!
Esto nos ayuda a comprender el misterio de la vocación, sobre todo de la llamada a una consagración especial. A veces Jesús nos llama, nos invita a seguirlo, pero a lo mejor resulta que no nos damos cuenta de que es Él, así como le sucedió al joven Samuel.
Hay muchos jóvenes hoy aquí en la plaza. Son ustedes muchos, ¿verdad? Se ve, ¡eso sí! Son tantos los jóvenes hoy en la plaza... Déjenme preguntarles esto: ¿Han escuchado a veces la voz del Señor, que a través de un deseo, una inquietud, los invitaba a seguirlos más de cerca? ¿Lo han escuchado? ¡No escucho…! ¡Bien!

¿Han tenido algún deseo de ser apóstoles de Jesús? La juventud hay que “meterla en juego” en pos de nobles ideales. ¿Piensan en esto? ¿Están de acuerdo? Pregúntale a Jesús lo que quiere de ti ¡y sé valiente! ¡Pregúntale!
Detrás y delante de toda vocación al sacerdocio o a la vida consagrada, siempre está la fuerte e intensa oración de alguien: de una abuela, un abuelo, de una madre, un padre, de una comunidad...
Por eso Jesús dijo: "Rueguen, pues, al Dueño de la mies -es decir, Dios Padre--, que envíe obreros a su mies" (Mt. 9,38). Las vocaciones nacen en la oración y de la oración; y solo en la oración pueden perseverar y dar fruto.

Me gustaría insistir hoy, que es el "Día Mundial de Oración por las Vocaciones". A que oremos especialmente por los nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma, que he tenido la alegría de ordenar esta mañana. Eran diez jóvenes que dijeron sí a Jesús y han sido ordenados sacerdotes esta mañana.

E invoquemos la intercesión de María, que es la Mujer del "sí". Ella ha aprendido a reconocer la voz de Jesús, desde que lo llevaba en el vientre. Que María, nuestra Madre, ¡nos ayude a conocer cada vez mejor la voz de Jesús y a seguirla, para caminar  en el camino de la vida!
Muchas gracias por el saludo... Pero también saluden a Jesús.
Griten: ¡Jesús, Jesús…!, ¡Fuerte!



http://www.primeroscristianos.com/actualidad/index.php/67-joven-preguntale-a-jesus-lo-que-quiere

lunes, 22 de abril de 2013

La virtud de la Prudencia



La prudencia es una de esas virtudes de las que apenas se habla y que, sin embargo, resulta ser una clave en el dificilisimo arte de ordenarnos rectamente en nuestra relación con el prójimo. 

No nacemos prudentes,  pero debemos hacernos prudentes por el ejercicio de la virtud.  Y no es tarea fácil.

El pensamiento puede descarriarse como se descarría la voluntad, porque está expuesta a las mismas pasiones y a los mismos condicionamientos. Pensar y bien exige una gran atención, no sólo sobre las cosas, sino principalmente sobre nosotros mismos.

Hay que saber estar atentos sobre las razones, pero mucho más sobre nuestras pasiones que son las que nos impulsan al error. Porque los hombres solemos errar por precipitación en nuestros juicios, afirmando cosas que la razón no ve claras, pero que estamos impulsados a afirmar como desahogo de nuestras pasiones. Quien no sabe controlar sus pasiones, tampoco sabrá controlar sus razones y se hace responsable moral de sus yerros.

La razón es la que ha de regir nuestra conducta en la verdad y por eso la prudencia es la primera de las virtudes cardinales. Pero la verdad requiere tener sosegada el alma para conseguir tener sosegada la mente con objetivas razones.

sábado, 20 de abril de 2013

Bajo tu Manto Madre mía!



El Manto de María es una delicada capa de virtudes y santidad perfectas, tejida con los hilos más finos. Su Manto está formado por el algodón de la humildad, por el blanco lino de la pureza, la seda del amor y sujeto con la fuerte cuerda de la obediencia.

¡Cómo rabia el tentador ante Ella, tan sólo contemplarla huye despavorido! ¡Qué desilusión se llevó la cruel bestia infernal cuando vio que no pudo tener dominio sobre tan Augusta Doncella! Designada estaba desde Su Concepción a ser Inmaculada, sin la más mínima mácula de pecado. Así lo quiso Dios, porque creó en Ella su propia Casa, custodiada día y noche por los guardianes celestes. María, Predestinada y Santa, Madre Pura e Inmaculada.

María sigue hoy queriendo compartirnos el Abrigo de Su Manto. Todo aquello que Dios le dio, desea derramarlo sobre nosotros, que somos sus hijos. La humilde, la pura, la Toda Santa, desea abrigarnos bajo el manto de sus virtudes.

Quien permanezca bajo el Manto de María queda protegido de toda acechanza, de toda preocupación, nada le hace temblar. Nada malo puede traspasar la fina capa de María Santísima, ¡nada!

¡Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, Protectora de todos los que te escuchan y a ti se confían, no desprecies las súplicas que te presentamos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos ahora y siempre de todos los peligros, Virgen Gloriosa y Bendita!

¡En Ti confiamos, nos acogemos, esperamos, y a Tu Doloroso e Inmaculado Corazón, María, nos consagramos!

Alejandro María 


viernes, 19 de abril de 2013

FEO, EL GATO




Todos en el edificio de apartamentos donde yo vivía sabían quién era Feo.  Feo era el gato callejero del barrio.  Feo adoraba tres cosas en este mundo: las peleas, comer basura y digamos, el amor.  La combinación de estas tres cosas sumadas a una vida en las calles, habían causado daños en Feo.

Para comenzar, el sólo tenía un ojo, y en el lugar donde debería estar el otro ojo, había un hondo agujero.  Él también había perdido la oreja del mismo lado, y su pata izquierda parecía haber sido quebrada gravemente en el pasado.  Su hueso se curó en un ángulo extraño, haciendo que él siempre pareciese estar dando vuelta la esquina.

Feo había perdido la cola hacía mucho tiempo, y quedaba apenas un pedazo de cola espesa, que él siempre giraba y torcía.  Todos los que veían a Feo tenían la misma reacción: "¡Qué gato tan feo!"



Los niños estaban advertidos para no tocarlo.  Los adultos le tiraban piedras, le tiraban agua con manguera para espantarlo, lo expulsaban cuando él intentaba entrar en sus casas, o le lastimaban sus patas con la puerta cuando él insistía en entrar.  Feo siempre tenía la misma reacción.  Cuando le tiraban agua con la manguera, él no salía del lugar, se quedaba allí ensopado hasta que la persona desistiese.  Cuando le tiraban cosas, él encorvaba su cuerpecito flaquito como pidiendo perdón.

Siempre que veía niños, el surgía corriendo, maullando desesperadamente y refregando la cabeza en todas las manos, implorando amor.  Cuando yo lo tomaba, él inmediatamente comenzaba a lamer mi camisa, orejas, o lo que encontrase.

Un día, Feo quiso compartir su amor con los perros del vecino.  Ellos no eran amistosos y Feo fue herido gravemente.  Desde mi apartamento, yo oí sus gritos y corrí para intentar ayudarlo.  En el momento en que llegué donde él estaba caído, parecía que la triste vida de Feo se estaba evaporando.


Feo estaba caído en un pozo, sus patas traseras y su espalda estaban totalmente deformes, un profundo corte en la línea blanca de pelo atravesaba su pecho.  Cuando yo lo agarré e intenté llevarlo para casa, él aspiraba y se asfixiaba, podía sentirlo luchando para respirar.  "Creo que lo estoy lastimando mucho", pensé.  Entonces, sentí la sensación familiar de Feo chupando mi oreja en medio de tamaño dolor, sufriendo y obviamente muriendo.  


Feo estaba intentando lamer mi oreja.  Lo atraje cerca de mí y él refregó su cabeza en la palma de mi mano, me miró con su único ojo dorado y comenzó a ronronear.  Incluso sintiendo tanto dolor, aquel gatito feo, lleno de las cicatrices de sus batallas, estaba pidiendo un poco de cariño, tal vez alguna conmiseración.  En aquel instante, pensaba que Feo era el gato más lindo y adorable que yo había visto.  En ningún momento, él intentó arañarme o morderme, ni intentó huir de mí, o se rebeló de alguna manera.  Feo apenas me miraba, confiando completamente en que yo aliviaría su dolor.


Feo murió en mis brazos antes que yo entrase en mi apartamento.  Yo me senté y me quedé abrazada a él por mucho tiempo, pensando sobre cómo este gato callejero, deformado y cubierto de cicatrices, había cambiado mi opinión sobre lo que significaba la genuina pureza de espíritu y sobre cómo amar incondicionalmente.


Feo me enseñó más sobre la compasión, que cualquier ser humano.  Y yo siempre le estaré agradecida por esto, porque él me enseñó a amar verdadera e incondicionalmente. 

Autor Desconocido 


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jueves, 18 de abril de 2013

¿Somos responsables de los pecados de otras personas?



No, no somos responsables de los pecados de otras personas, a no ser que seamos culpables por haber inducido a alguien a pecar, por haber colaborado en su pecado, por haber animado a otros en su pecado o por haber omitido a tiempo una advertencia o una ayuda. [1868]


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¿Qué son los vicios?




Los vicios son costumbres negativas adquiridas que adormecen y oscurecen la conciencia, abren a los hombres al mal y los predisponen al pecado. [1865-1867]
Los vicios humanos se encuentran en la cercanía de los pecados capitales: soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula y pereza.


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miércoles, 17 de abril de 2013

Santa Catalina Tekakwitha, virgen




SU VIDA

En la (web site oficial del Santuario Nacional de la beata Kateri Tekakwitha http://www.katerishrine.com/ ) en Fonda (New York) encontramos esta pequeña biografía:

“Kateri Tekakwitha fue una joven Mohawk que vivió en el siglo XVII. La historia de su conversión al cristianismo, su coraje en la cara de sufrimiento y de su santidad extraordinaria es una inspiración para todos los cristianos. (…) Kateri nació en 1656 de una madre Algonquin y un jefe Mohawk en la aldea fortificada de Mohawk Canaouaga o Ossernenon (hoy en dia, Auriesville) en el estado de Nueva York. Cuando tenía sólo 4 años de edad sus padres y su hermano murieron de una epidemia de viruela. Kateri sobrevivió a la enfermedad, pero dejó su cara marcada y con una discapacidad grave en su vista. 

Debido a su mala visión, Kateri fue nombrado “Tekakwitha", que significa “la que se tropieza con las cosas". Kateri fue recogida por su tío, que se opuso duramente al cristianismo. Cuando tenía 8 años de edad, la familia de acogida de Kateri, de acuerdo con las costumbres iroquesas, la emparejó con un niño a la espera de que se casarían. Sin embargo, Kateri quería dedicar su vida a Dios. Su tío desconfiaba de los colonos debido a la forma en que trataban a los indios y que fueron los responsables de la introducción de la viruela y otras enfermedades mortales en la comunidad indígena.

Cuando Kateri tenía diez años, en 1666, una partida de guerra compuesta por soldados franceses e indios hostiles de Canadá destruyó las fortalezas de Mohawk situados en la orilla sur del rio Mohawk, incluyendo Ossernenon. Los mohawks supervivientes se trasladaron a la parte norte del río y construyeron su pueblo fortificado cerca del actual pueblo de Fonda. Kateri vivió en Caughnawaga, sede del Santuario de la actualidad, durante sus siguientes diez años.

Cuando Kateri tuvo 18 años de edad, comenzó las instrucciones de la fe católica en secreto. Su tío, finalmente cedió y dio su consentimiento para que Kateri se convirtiera al cristianismo, a condición de que ella no tratara de salir de la aldea india. Por unirse a la Iglesia Católica, Kateri fue ridiculizada y despreciada por los aldeanos. Fue sometida a acusaciones injustas y su vida se vio amenazada. Casi dos años después de su bautismo, en el lugar donde hoy se erige el Santuario de Kateri, se escapó a la Misión de San Francisco Javier, un asentamiento de indios cristianos en Canadá. 

El pueblo en Canadá llamado Caughnawaga (Kahnawake). Aquí era conocida por su dulzura, amabilidad y buen humor. El día de Navidad 1677 Kateri hizo su primera comunión y en la Fiesta de la Anunciación en 1679 hizo voto de virginidad perpetua. Asimismo, se ofreció a la Santísima Madre para que la aceptara como una hija.

Durante su estancia en Canadá, Kateri enseñaba oraciones a los niños y trabajaba con los ancianos y enfermos. Ella solía ir a misa, tanto al amanecer como al atardecer. Ella era conocida por su gran devoción al Santísimo Sacramento y de la Cruz de Cristo.

Durante los últimos años de su vida, Kateri soportó un gran sufrimiento de una enfermedad grave. Ella murió el 17 de abril de 1680, poco antes de cumplir 24 años, y fue enterrado en Kahnawake, Quebec, Canadá.
Las últimas palabras de Kateri fueron:. “Jesos Konoronkwa”, que significa: “Jesús, Te amo”

Los testigos informaron de que a los pocos minutos de su muerte, las marcas de viruela le desaparecieron por completo y su rostro resplandecía con encanto radiante.

Antes de su muerte, Kateri prometió a sus amigos que iba a seguir amando y orar por ellos en el cielo. Tanto los nativos americanos y los colonos, de inmediato, comenzaron a orar por su intercesión celestial. Varias personas, incluyendo a un sacerdote que asistió a Kateri durante su última enfermedad, informaron que Kateri se les había aparecido y muchos milagros de sanación fueron atribuidos a ella".

Novena a la Beata Kateri

Kateri, hija favorita, Flor de la algonquinos y lirio de los mohawks, venimos a buscar tu intercesión en nuestra necesidad actual: (mencionar aquí...).
Admiramos las virtudes que adornaban tu alma: el amor a Dios y al prójimo, la humildad, la obediencia, la paciencia, la pureza y el espíritu de sacrificio.
Ayúdanos a imitar tu ejemplo en nuestra vida. A través de la bondad y la misericordia de Dios, que te bendijo con tantas gracias que te llevaron a la verdadera fe y con un alto grado de santidad, ruega a Dios por nosotros y ayúdanos.
Concédenos una devoción muy ferviente de la Sagrada Eucaristía para que podamos amar a la Santa Misa como tu lo hiciste y recibir la Santa Comunión con la frecuencia que nos sea posible. Enséñanos también a ser devotos como tú, de nuestro Salvador crucificado, que con gozo podamos llevar nuestras cruces de cada día por amor a El. Quien tanto ha sufrido por amor a nosotros. Más que todo te ruego que ores para que podamos evitar el pecado, llevar una vida santa y salva nuestras almas. 
Amén.

En acción de gracias a Dios por las gracias concedidas a Kateri: un Padre Nuestro, Avemaría y Gloria tres de Be. Kateri, la flor de los algonquinos y lirio de los mohawks, ruega por nosotros

martes, 16 de abril de 2013

¿Cómo se libera uno de un pecado grave y se une de nuevo a Dios?



Para reparar la ruptura con Dios que se da con un pecado grave, un católico debe reconciliarse con Dios por medio de la confesión. [1856] 224-239


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¿Cómo se pueden distinguir los pecados graves (pecados mortales) de los menos graves (pecados veniales)?



El pecado grave destruye en el corazón del hombre la fuerza divina del amor, sin la que no puede existir la felicidad eterna. Por ello se llama pecado mortal. El pecado grave aparta de Dios, mientras que los pecados veniales sólo enturbian la relación con él. [1852-1861,1874]


Un pecado mortal corta la relación de un hombre con Dios. Tal pecado tiene como condición previa que se refiera a una materia grave y que sea cometido con pleno conocimiento y consentimiento deliberado. Son pecados veniales los referidos a materias leves, o los pecados que se dan sin pleno conocimiento de su trascendencia o sin consentimiento deliberado. Estos últimos pecados afectan a la relación con Dios, pero no rompen con él.


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lunes, 15 de abril de 2013

¿Por qué debe el pecador dirigirse a Dios y pedirle perdón?


Cualquier pecado destruye, oscurece o niega el bien; pero Dios es muy bueno y el origen de todo bien. Por eso cualquier pecado se dirige (también) contra Dios y, en el contacto con él, debe ser reordenado. [1847] 224-239


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¿Cómo sabe un hombre que ha pecado





Un hombre sabe que ha pecado porque su conciencia le acusa y le mueve a confesar sus faltas ante Dios. [1797,1848] 229,295-298

El abrazo del rescate


Esta es la fotografía de un artículo del Reader's Digest de mayo de 1996 titulado "The Rescuing Hug" (El abrazo del rescate).

El artículo habla de la primera semana de vida de un par de gemelas llamadas Kyrie y Brielle Jackson nacidas el 17 de Octubre del '95. Aparentemente, cada una estaba en su respectiva incubadora, y se esperaba que una falleciera, debido a serios problemas de salud con los que había nacido.

Una enfermera del hospital, en contra de las reglas, puso a los bebés en la misma incubadora.

Cuando las bebés estuvieron juntas, la bebé más sana, Kyrie, colocó su brazo sobre su hermana Brielle en un pequeño abrazo. En ese instante, el ritmo de corazón de la pequeña bebita comenzó a estabilizarse y su temperatura se elevó a lo normal.



Ambas sobrevivieron. Y el hospital cambió sus normas después de ver el efecto que produce la cercanía de bebés hermanos en su desarrollo emocional y físico. 


ABRAZAR..... una grandiosa medicina. Transfiere energía y es un gran estímulo emocional. Dicen que necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho para mantenernos, y doce para crecer. No sólo es bueno, es NECESARIO....


Un gran abrazo para tí !!

sábado, 13 de abril de 2013

Nuestra Señora del Divino Llanto


Apenas ha comenzado el año 1924. Una hermana Marcelina al borde de la muerte, recibe la visita de una ‘bella Señora’ trayendo en sus brazos a un Niño que lloraba. Ésta le concedió la sanación como testimonio para que diera a conocer su ‘mensaje’. Sor Elisabetta relató: “La Virgen me ha dicho que Jesús llora porque no es lo suficientemente amado, buscado, deseado, incluso por las personas que le están consagradas”


... En Cernusco, la alcoba donde se produjo la aparición fue transformada en Capilla, una estatua de la Virgen, confeccionada especialmente según las indicaciones de la Vidente, recuerda a todos el mensaje del que la Virgen las ha hecho depositarias. En Cernusco sul Naviglio, una localidad cercana a Milán, se encuentra la casa natal del Instituto Marcelino convertida en casa de reposo para monjas enfermas y ancianas. 

SOR ELISABETTA RADAELLI Allí, una joven Hermana, Sor Elisabetta (1897 – 1984), enferma desde hace dos años, se precipita ya hacia el término de su vida: paralizada, ciega desde un año atrás, minada por un mal que no perdona. Nacida en Arcore, en la baja Brianza, dentro de una familia humilde y muy religiosa, Elisabetta entró muy joven en la Congregación. Diestra bordadora, pero igualmente dispuesta para todo servicio, luego del noviciado fue asignada a la casa de Riva San Vitale, como asistente de los niños del asilo. Mas cayendo pronto gravemente enferma, fue transferida a Cernusco sul Naviglio, la primer casa de la Congregación, convertida desde 1902 en casa de cuidados y reposo para las hermanas ancianas. A pesar de la esmerada atención que se le impartiera, Sor Elisabetta empeoró tanto, que a principios de 1924 se había perdido toda esperanza de curación. Estoicamente paciente en sus múltiples sufrimientos, había sido también afectada por humillantes disfunciones orgánicas. 

LA PRIMERA APARICIÓN El 6 de enero de 1924, muy entrada la noche, las otras religiosas de la congregación oyen a la Hermana Elisabetta hablando en voz alta. Piensan que está soñando. Pero ella no duerme; sino que conversa –como dirá a la mañana siguiente- con una ‘bella Señora’ que ha ido a visitarla. La ‘Señora’ anima a la hermana a aceptar de buen grado su sufrimiento por amor a Dios. ¡Le infunde tanta confianza!. Sor Elisabetta se encomienda a sus oraciones y le dice: - ¡Señora, qué buena es Usted!. Récele Usted que es tan buena. Estoy segura que si Usted le ruega, el Señor escuchará mis plegarias, porque Él tiene compasión de los enfermos!... La Señora la alienta: - Reza, confía y mantén la esperanza: regresaré entre el 22 al 23 - (Sor Elisabetta entiende entre el 2 y el 3 del mes siguiente). La Hermana entonces, olvidándose de sí, ruega a la Señora que vaya a confortar a las otras enfermas. La Señora sonríe y –como dirá luego Sor Elisabetta- ‘se marcha discretamente’. La mañana siguiente, la Hermana enfermera, en su informe sobre esa noche refiere: -“Sor Elisabetta anoche hablaba en sueños, en voz alta”. La paciente asombrada interviene: -“¡Pero no! No soñé. Estaba hablando con la Señora que vino a visitarnos a las enfermas. La he visto; me habló y vendrá entre el 2 y el 3...”. Sor Elisabetta estaba ciega desde hacía más de un año: ¿cómo podía ‘haberla visto’? Se creyó que todo había sido un sueño. Pasó la noche del 2 al 3 de febrero; Sor Elisabetta esperó en vano la visita de la buena Señora. Esto convenció aún más a las Hermanas de la Casa que la pobre enferma lo había soñado y no se habló más del asunto. En cambio, Sor Elisabetta se dijo: -“No ha venido porque no he sido suficientemente buena...”. Las hermanas atribuyeron el relato a una alucinación producida por el mismo mal que la atormentaba desde hacía tanto, y que incluso ya la había dejado ciega. Sor Elisabetta calló y aguardó en silencio. 

LA SEGUNDA APARICIÓN Y CURACIÓN Entretanto, la enfermedad avanza rápidamente. Llegamos a la noche del 22 al 23 de febrero. Desde hace quince días, la parálisis progresiva ha privado a la Hermana incluso del uso de la palabra, de la deglución y de cualquier movimiento de los miembros, imposibilitándola por completo. El Médico que la atiende, en vista del agravamiento de los síntomas había declarado: -“Es cuestión de horas, sigamos vigilándola”. De hecho, dos religiosas velan junto a su lecho: la hermana enfermera y otra más que se convertirán así en testigos del prodigioso evento. Son apenas pasadas las 23:45 hs. La enferma sufre un estremecimiento, las hermanas se alarman temiendo le inminencia del fin. Sor Elisabetta emite un grito: -“¡Oh, la Señora, la Señora!”. Y se produce textualmente el diálogo que sigue: - ¡Te había dicho que vendría entre 22 al 23! - Oh, ¿del 22 al 23? Yo había entendido que era entre 2 y 3. Breve silencio. Sor Elisabetta, súbitamente: - Pero Usted... Pero Usted... pero Usted es la Virgen! ... es la Virgen... La Santa Virgen sonríe melancólica. Otro silencio. - Oh, la Virgen, la Viren con el Niño... pero el niño (Sor Elisabetta se entristece, casi llorando) el Niño llora... ¿llora por mí? ¿Llora por mis pecados? El Niño está sujeto entre los brazos maternos, su larga túnica nívea se pierde en el manto de la Virgen; desde sus ojos ruedan dos gruesas lágrimas surcando sus mejillas; los labios cerrados en el afligido llanto. A las ansiosas palabras de la Vidente la Virgen responde: - No, el Niño llora porque no es suficientemente amado, buscado, deseado, incluso por las personas que les están consagradas... tú debes decir esto! Sor Elisabetta no capta la misión que la Virgen quiere encomendarle y exclama: - ¡Señora, Señora, lléveme al Paraíso!... - Allí irás, pero debes permanecer aquí para decir esto. La hermana ahora comprende, pero considera su miseria, su incapacidad y siente un pánico inmenso. - ¡Oh, Señora –insiste- yo soy la última de todas, no soy nada, soy una carga para mi Comunidad: lléveme al Paraíso! - ¡Debes quedarte para decir esto! - Pero Señora, quién va a creerme?...soy una ignorante... no soy nada... ya ni siquiera soy capaz de hablar; ¿quién va a creerme? Silencio de parte de la Virgen que la mira enternecida y triste. A esta altura, Sor Elisabetta confiesa que, desesperada en el alma por no saber cómo conciliar el deseo de la Virgen con su incapacidad intelectual y física –durante el coloquio ella se creía muda y agonizante-, ya en el colmo del dolor, de pronto se esclareció y se atrevió a decir: - ¡Oh, Señora, déme una señal La Virgen sonríe benévola, pero siempre triste. Se inclina ligeramente hacia la Hermana y le dice: - ¡Te devuelvo la salud! – y se desvanece con el Hijo Divino. La Vidente confesó que sintió entonces un dolor terrible en todo el cuerpo, al que siguió una sensación de bienestar y de vida que la inundó por completo. Se levantó de la cama y se dirigió a las Hermanas que la acompañaban, quienes estaban profundamente conmocionadas al haber oído su parte en el diálogo: - ¡Estoy curada, estoy curada: la Virgen me ha curado! Eran aproximadamente las 0:15 hs. 


LAS REACCIONES POSTERIORES 
La Superiora, llamada por un simple –“Venga, venga”- de la enfermera, se precipita en la habitación de Sor Elisabetta, creyéndola in extremis, y la encuentra de pie, frente a ella, resplandeciente y con los ojos iluminados por un brillo inusual. Le abraza impetuosamente al tiempo que le dice: - Superiora, Superiora, la Virgen me ha curado y me ha dicho que diga... que diga que Jesús llora porque no es suficientemente amado, buscado, deseado, incluso por las personas que les están consagradas. – Y al cabo de un breve silencio añade - ¡Qué lagrimones, qué lagrimones, pobre Jesús! – mientras describe con los dedos en arco el grosor y el trayecto de las lágrimas. Luego de esta declaración, que tomó por escrito la Superiora, a Sor Elisabetta se la llamo al más absoluto silencio sobre el suceso. Transferida enseguida al colegio de Via Quadronno en Milán, Sor Elisabetta, fidelísima al compromiso asumido, recomenzó una vida de intensa labor en la asistencia a las alumnas y la oración. La Virgen ‘se abrió camino por si misma’, como dijo el beato Cardenal Schuster, informado del caso. La habitación donde se había producido la aparición se convirtió en meta de peregrinación de todos los devotos habitantes de Cernusco. Transformada en Capilla, se colocó allí una estatua policroma de la Virgen con el Niño llorando (de aquí el título de Virgen del Divino Llanto) según la descripción brindada por Sor Elisabetta. Junto a esta Capilla, a fin de brindarle consuelo, ella misma fue transferida en el último período de su enfermedad, que la condujo a la visión de Nuestra Señora y Madre María que tanto la había amado. De este modo la Virgen, que fue la inspiradora de Monseñor Biraghi, para la fundación de las Marcelinas, hoy les pide a ellas que repitan al mundo su maternal invitación para buscar, desear y amar a su Jesús, único Salvador para la humanidad extraviada. La Congregación de las Marcelinas ha recogido el mensaje divino con amor y compromiso. Innumerables ex votos atestiguan cuánto aprecia la Virgen ser honrada bajo el título de Madre del Llanto Divino.



http://foros-virgen-maria.blogspot.com/2009/01/nuestra-seora-del-divino-llanto-italia.html
http://www.marcelline.org/sito-istituto/mx/luce-alto.htm

jueves, 11 de abril de 2013

LOS SENTIDOS:



Que tus PIES te lleven por el camino más largo hacia la felicidad, porque la felicidad son sólo puntos en el mapa de la vida, y el verdadero disfrute está en buscarlos. 

Que tus OJOS reconozcan la diferencia entre un colibrí y el vuelo que lo sostiene.  Aunque se detenga, seguirá siendo un colibrí, y es conveniente que lo sepas, para que no confundas el sol con la luz, ni el cielo con la voz que lo nombra. 

Que tus MANOS se tiendan generosas en el dar y agradecidas en el recibir, y que su gesto más frecuente sea la caricia para reconfortar a los que te rodean. 

Que tus OÍDOS sean tan fieles a la hora del reproche, como deben serlo a la hora del halago, para que puedas mantener el equilibrio en cualquier circunstancia. 

Que tus RODILLAS te sostengan con firmeza a la altura de tus sueños y se aflojen mansamente cuando llegue el tiempo del descanso. 

Que tu ESPALDA sea tu mejor soporte y no la carga más pesada. 

Que tu BOCA refleje la sonrisa que hay adentro, para que sea una ventana del alma y no la vidriera de los dientes. 

Que tus DIENTES te sirvan para aprovechar mejor el alimento, y no para conseguir la tajada más grande en desmedro de los otros. 

Que tu LENGUA encuentre las palabras más exactas para expresarte sin que te malinterpreten. 

Que tus UÑAS crezcan lo suficiente para protegerte, sin necesidad de lastimar a nadie.
 
Que tu PIEL te sirva de puente y no de valla. 

Que tu PELO le dé abrigo a tus ideas, que siempre adornan más que un buen peinado. 

Que tus BRAZOS sean la cuna de los abrazos y no camisa de fuerza para nadie.
 
Autor Desconocido 

domingo, 7 de abril de 2013

Fiesta de la Divina Misericordia



Hoy, en la fiesta de la Divina Misericordia, Cristo nos ofrece por medio de la Iglesia una joya inconmesurable: la indulgencia plenaria.
Para ganar una indulgencia plenaria, además de querer evitar cualquier pecado mortal o venial, hace falta rezar o hacer la obra que incorpora la indulgencia cumpliendo tres condiciones:

-Confesión sacramental (puede ser hecha 8 días antes o después)
-Comunión Eucarística
-Oración por las intenciones del Papa

Para entender mejor lo que es el pecado y culpa, podemos poner un sencillo ejemplo. 
El pecado es como un clavo que penetra en la madera. La confesión saca el clavo, pero deja un agujerito en la madera. La Iglesia nos dice que ese 'agujero' (culpa) se ha de pagar en esta vida o en el purgatorio. La indulgencia plenaria es como el resanador que tapa el agujero y deja la madera como nueva.

¿Nos damos cuenta de lo que la indulgencia plenaria hace en nuestra alma? Esto significa que si recibes la INDULGENCIA PLENARIA (perdón de todas las culpas) estarás como recién bautizado, con el alma totalmente limpia de culpa. Si mueres acabando de recibir la indulgencia plenaria, irás al cielo directo sin hacer escala en el Purgatorio. 

A partir de la indulgencia todas las manchas que tenía tu alma desaparecerán. ¡Borrón y cuenta nueva! Es muy importante reflexionar: esto solo es posible porque la MISERICORDIA de Dios es infinita y porque su AMOR hacia nosotros también es infinito, no porque nosotros lo ganemos por nuestros méritos.

Demos gracias a Dios, corramos a recibir el regalo que nace del Corazón misericordioso de Cristo y alabemos por toda la eternidad la misericordia infinita de Jesús diciendo: "Oh, Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de misericordia para nosotros, confío en Ti".

"Jesús, confío en ti."

Alejandro María


El Evangelio del niño



Hay dos modos muy distintos de ver la niñez. Según algunos, el niño está en una etapa “de paso”. Su meta consiste en llegar a ser grande. Todo debe quedar orientado a conseguir este objetivo, mediante una buena educación. Así prepararemos al que mañana será ciudadano, trabajador, padre o madre de familia.

        Para otros, la niñez es una etapa muy particular y hermosa, en la que la vida adquiere un matiz mágico y alegre, lúdico y misterioso. Una etapa tan bella que todos, en el fondo, desearíamos vivir, nuevamente, como cuando éramos niños.

        Entre estas dos visiones extremas, desde luego, existen muchas otras posibles interpretaciones. Queremos ahora, simplemente, mirar hacia Jesucristo, hacia el fundador de la Iglesia, y preguntarle: Tú, ¿qué piensas de los niños?

        En el Evangelio descubrimos tres pistas para la respuesta. La primera: Jesús fue niño. Vivió con sus padres, supo obedecerles, aprendió con ellos a rezar, a trabajar, a interpretar las nubes del cielo y a tener cuidado al encontrar una víbora o un escorpión. Jugó sobre las piernas de María, corrió por los caminos de Nazaret, y se cansó cuando, cada año, subía a pie, con sus padres, las pendientes de Jerusalén.

        La segunda pista: Jesús, cuando fue grande, resultó muy simpático a los niños. Los pequeños tienen un “olfato” especial para ver quién los quiere de verdad y quién los ve como un estorbo o una molestia. Y los niños iban con mucha confianza y con mucha alegría para estar un rato con Jesús. A veces no se daban cuenta del tiempo que pasaba, y por eso en una ocasión los discípulos, quizá cansados, quisieron apartarlos del maestro. Jesús no dudó en defender a sus amigos “de pantalón cortito”: “Dejad que los niños vengan a mí...”

        La tercera pista es, quizá, la más difícil de comprender. En una ocasión en la que los discípulos habían discutido sobre quién era el más importante, Jesús tuvo que acercar a un niño, ponerlo en medio, y presentarlo como modelo: “Si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los cielos”. Así de claro: el niño no es sólo un “hombre en pequeño”. Más bien cada adulto debería ser un “niño en grande”. Ser como niños es la condición indispensable para el triunfo, es el camino recto y seguro para llegar al cielo, para ser felices de verdad.

        Nuestro queridísimo Papa Juan Pablo II, en 1994, escribió una “Carta a los niños”. En ella se atrevió a llamar al mensaje de Jesús con la fórmula “el Evangelio del niño”. Juan Pablo II tuvo que explicar esta fórmula audaz y misteriosa: “En efecto, ¿qué quiere decir: «Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los cielos»? ¿Acaso no pone Jesús al niño como modelo incluso para los adultos? En el niño hay algo que nunca puede faltar a quien quiere entrar en el Reino de los cielos. Al cielo van los que son sencillos como los niños, los que como ellos están llenos de entrega confiada y son ricos de bondad y puros. Sólo éstos pueden encontrar en Dios un Padre y llegar a ser, a su vez, gracias a Jesús, hijos de Dios”.

        El Evangelio del niño vale de modo especial para un mundo que busca continuamente nuevas fórmulas para la felicidad y el progreso. No seremos felices si tenemos más dinero, si llenamos los graneros con cereales, si vemos más televisión o si viajamos por todos los océanos y países de la tierra.

        En cambio, podemos ser felices si, con los ojos limpios y frescos de un niño, damos un beso de cariño a nuestros padres antes de dormir; si recordamos, de vez en cuando, a nuestro ángel de la guardia; y si buscamos, entre las estrellas, si alguna tiene escrito nuestro nombre o el de nuestros amigos y conocidos. Seremos felices si aprendemos a confiar y a ser puros y generosos, como los niños. Seremos felices, finalmente, si nos comprometemos a defender, cuidar y escuchar, con el mismo amor de Jesucristo, a esos niños cuyos ángeles contemplan, en el silencio bullicioso de lo invisible, el rostro de un Dios que nos quiere demasiado, y que un día fue, como nosotros, simplemente eso: un Niño...

Fernando Pascual, L.C.

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