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jueves, 10 de noviembre de 2016

La raíz del laurel


Cerca de un arroyo de aguas frescas, había un pequeño bosque. Los árboles eran muy variados. Todos gastaban las energías en ser más altos y grandes, con muchas flores y perfumes, pero quedaban débiles y tenían poca fuerza para echar raíz.

En cambio un laurel dijo: "Yo, mejor voy a invertir mi savia en tener una buena raíz; así creceré y podré dar mis hojas a todos los que me necesiten".

Los otros árboles estaban muy orgullosos de ser bellos; ¡en ningún lado había tantos colores y perfumes! Y no dejaban de admirarse y de hablar de los encantos de unos y otros, y así, todo el tiempo, mirándose y riéndose de los demás.

El laurel sufría a cada instante esas burlas. Se reían de él, presumiendo de sus flores, perfumes y abundante ramaje. -"¡Laurel!", le decían, "¿para qué quieres tanta raíz? Mira, a nosotros todos nos alaban porque tenemos poca raíz y mucha belleza. ¡Deja de pensar en los demás! ¡Preocúpate sólo de ti!"

Pero el laurel estaba convencido de lo contrario; deseaba amar a los demás y por eso tenía raíces fuertes.


Un buen día, vino una gran tormenta, y sacudió, sopló y resopló sobre el bosque. Los árboles más grandes, que tenían un ramaje inmenso, se vieron tan fuertemente golpeados que por más que gritaban no pudieron evitar que el viento los tumbara. En cambio el pequeño laurel, como tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas sí perdió unas cuantas hojas. Entonces todos comprendieron que lo que nos mantiene firmes en los momentos difíciles no son las apariencias, sino lo que está oculto en las raíces, dentro de tu corazón, allí en tu alma... tu fe.


lunes, 7 de noviembre de 2016

Bienaventuranzas del joven


1. Felices nosotros, los jóvenes, si participamos activamente y con plena libertad en nuestra familia, contribuimos a su desarrollo y fomentamos su entusiasmo día a día. ¡Alegrémonos, porque desde la familia construiremos una sociedad en paz que crezca on el amor.

2. Feliz tú, joven, si haces de tu casa un hogar y no una pensión, y eres levadura de amor y alegría. ¡Alégrate, porque gozarás con el cariño y el respeto de los tuyos y de Dios.

3. Felices nosotros, los jóvenes, si con la fuerza de Cristo y de la Comunidad somos capaces de vencer las barreras que nos impiden crecer en unión y comunicamos con todas las personas. ¡Alegrémonos, porque seremos testigos de unidad.

4. Felices nosotros, los jóvenes, si construimos una Iglesia joven, creíble y coherente con el mensaje de Jesús, asumiendo sus fallos y dificultades. ¡Alegrémonos, porque aparecerá mas claro en ella el rostro de Cristo.

5. Feliz tú, joven, si eres capaz de ir contra corriente, de estar junto al hermano, de dar la cara por Cristo y su Iglesia, sin miedo al qué dirán. ¡Alégratel, porque serás testigo de Jesús.

6. Feliz tú, joven, si valoras el estudio como instrumento de formación y de servicio, nunca como medio para competir. ¡Alégrate, porque estarás abriendo caminos que conducen el auténtico progreso.

7. Feliz tú, joven, si das lo que sabes y agradeces lo que te enseñan. ¡Alégrate, porque estarás, más cerca de la verdad.!

8. Feliz tú, joven, si, analizando tus propios valores, te sitúas allí donde tu finalidad no sea ganar más, sino servir mejor; si te entregas al trabajo con responsabilidad y constancia, haciéndote solidario de tus hermanos en paro; si. ante la falta de trabajo, no te dejas vencer por la desesperanza y buscas nuevos caminos. ¡Alégrate¡, porque harás presente el Reino de Dios y reconocerás al hombre como señor de la creación.

9. Felices nosotros, los jóvenes, si sabemos hacer la síntesis entre fe y cultura, que nos lleve a renovar nuestros sistemas de valores, líneas de pensamiento y modelos de vida. ¡Alegrémonos, porque una fe que se hace cultura es una fe plenamente acogida y fíelmente vivido.

10. Felices nosotros, los jóyenes, si tenemos el coraje de la autenticidad y lealtad cuando la mentira y las ofertas son fascinantes y tentadoras; si utilizamos nuestra fuerza joven para crear y difundir un sistema nuevo de vida frente a la indiferencia y la crítica destructiva. ¡Alegrémonos¡, porque seremos levadura de una nueva sociedad.

11. Felices nosotros, los jóvenes, si por encima de barreras deshumanizadoras nos sentimos hermanos de mujeres y hombres de cualquier raza, ideología, religión, lengua, cultura o condición social. ¡Alegrémonos!, porque sembraremos huellas de paz entre los hombres.

12. Feliz tú, joven, si crees en la locura de cambiar este mundo de guerras, violencias, desigualdades, opresiones, manipulaciones e injusticias, y, con todas tus fuerzas, a un a riesgo de tu vida, eres constructor de la nueva civilización del amor. ¡Alégrate¡, porque tu ideal de fraternidad y justicia puede ser una realidad.

13. Felices nosotros, los jóvenes, si rompemos nuestra coraza de comodidad; si, como Jesús nos comprometemos con los marginados y ponemos a su disposición cuanto somos y tenemos; si, con nuestra vida, gritamos su angustia y animamos a otros a caminar en esta aventura. ¡Alegrémonos¡, porque se cumplirá en nosotros la palabra de Cristo «Cuanto hiciste a uno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis.»

14. Felices nosotros, los jóvenes, si ocupamos el tiempo de ocio en desarrollar integralmente nuestras personas a través del deporte, la naturaleza, la música, la fiesta, las artes...¡Alegrémonos!, porque seremos felices y haremos felices a los que nos rodean.

15.Feliz tú, joven, si tu tiempo libre es creativo, alegre y compartido con los demás. ¡Alégrate!, porque harás del ocio tu tiempo de libertad y comunicarás paz y deseos de vivir.

16. Felices nosotros los jóvenes si adoptamos una actitud crítica frente a la manipulación de los medios de comunicación social; si tenemos los oídos atentos para escuchar la verdad y el clamor de los pueblos; si transmitimos el mensaje de Jesús con las técnicas modernas de comunicación social. ¡Alegrémonos!, porque seremos puente entre Cristo y los hombres.


Web católico de Javier

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