Préstame Madre tus ojos, para con ellos mirar, si con ellos miro, nunca volveré a pecar-Catholic.net
gadgets para blogger

Arriba Vainillitas!

Photobucket
English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German documentales Spain cartas de presentación Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

viernes, 19 de junio de 2015

La otra mejilla (Reflexión)


Existía un monasterio que estaba ubicado en lo alto de la montaña. Sus monjes eran pobres, pero conservaban en una vitrina tres manuscritos antiguos, muy piadosos. Vivían de su esforzado trabajo rural y fundamentalmente de las limosnas que les dejaban los fieles curiosos que se acercaban a conocer los tres rollos, únicos en el mundo. Eran viejos papiros, con fama universal de importantes y profundos pensamientos.

En cierta oportunidad un ladrón robó dos rollos y se fugó por la ladera. Los monjes avisaron con rapidez al abad. El superior, como un rayo, buscó la parte que había quedado y con todas sus fuerzas corrió tras el agresor y lo alcanzó: "¿Qué has hecho? Me has dejado con un solo rollo. No me sirve. Nadie va a venir a leer un mensaje que está incompleto. Tampoco tiene valor lo que me robaste. O me das lo que es del templo o te llevas también este texto. Así tienes la obra completa." "Padre, estoy desesperado, necesito urgente hacer dinero con estos escritos santos".El abad le dijo "Bueno, toma el tercer rollo. Si no se va a perder en el mundo algo muy valioso. Véndelo bien. Estamos en paz." y lo dejó ir con el tesoro.

Los monjes no llegaron a comprender la actitud del abad. Estimaron que se había comportado débil con el rapaz, y que era el monasterio el que había perdido. Pero guardaron silencio, y todos dieron por terminado el episodio.

Cuenta la historia que a la semana , el ladrón regresó. Pidió hablar con el Padre Superior: " Aquí están los tres rollos, no son míos. Los devuelvo. Te pido en cambio que me permitas ingresar como monje. Cuando me alcanzaste, todo me esperaba menos que tuvieras la generosidad como para darme el tercer rollo, la confianza en mí como para creer el valor de mi necesidad y que todavía me dijeras que estábamos en paz, perdonándome con mucha sinceridad. Eso me ha hecho cambiar. Mi vida se ha transformado".

Nunca ese hombre, había sentido la grandeza del perdón, la presencia de la generosidad excelente. El abad recuperó los tres manuscritos para beneficio del monasterio, ahora mucho más concurrido por la leyenda del robo y del resarcimiento. Y además consiguió un monje trabajador y de una honestidad a toda prueba. El agresor espera agresión, no una respuesta creativa, inesperada, insólita. No sospecha, la conmoción, del poder incalculable de poner la otra mejilla.

domingo, 14 de junio de 2015

Un corazón grande

Señor, para poder servirte mejor,
dame un noble corazón.
Un corazón fuerte,
para aspirar por los altos ideales
y no por opciones mediocres.

Un corazón generoso en el trabajo,
viendo en él no una imposición
sino una misión que me confías.

Un corazón grande en el sufrimiento,
siendo valiente soldado ante mi propia cruz
y sensible cireneo para la cruz de los demás.

Un corazón grande para con el mundo,
siendo comprensivo para con sus fragilidades
pero inmune a sus máximas y seducciones.

Un corazón grande con los hombres,
leal y atento para con todos,
pero especialmente servicial y dedicado
a los pequeños y humildes.

Un corazón nunca centrado sobre mí,
siempre apoyado en Vos,
feliz de servirte y servir a mis hermanos,
Señor, todos los días de mi vida.

Ignacio Larrañaga

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...