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domingo, 24 de agosto de 2014

Compartiendo vida… Desde lo alto

Me imagino cómo sería elevarse a las alturas y contemplar el mundo desde allí. 

Quisiera encontrar el romanticismo de un bello planeta que vive en paz y armonía, que respeta los derechos de los más débiles, que no se corrompe, que mira por el bien de todos y cuida la creación de la naturaleza y humanidad. 

Pero... no es eso lo que encontraría. 

Me sorprendería por ver, aún con más claridad un mundo en el que la riqueza del fuertes se apoya en la supervivencia del débil. 

Un mundo en el que hemos construido muros que separan, más que puentes que acercan. 

Un mundo donde lo prioritario es el bienestar personal sin importar demasiado cómo están los que tenemos cerca y lejos. 

Desde lo alto vería como se violan los derechos humanos y cómo se dividen familias, grupos, sociedades y países por razones de pensamiento y religiones. 

Posiblemente también vería cosas buenas difuminadas entre las nubes. Personas anónimas que se preocupan de los otros, personas honradas que se dejan la piel por sacar adelante a sus familias inculcándoles valores que dan vida. 

Me resultaría imposible no ver a Dios desde lo alto, y le pediría con todas mis fuerzas que nos ayude a vivir con dignidad y respeto, con la alegría que solo tienen aquellos que se olvidan de si mismos para darse por enteros.

http://reflejosdeluz11.blogspot.com/

viernes, 22 de agosto de 2014

Imágen de La Virgen de Caacupé...en el Día del Folklore



José, nuestro antepasado tallador de imágenes, una mañana fue al bosque en busca de madera. Allí encontró a los guaikurú (Tribu de indígenas guerreros); ellos no lo querían, él lo sabía bien. 

Entonces se escondió detrás de un árbol grueso, rezó y le, pidió a la Virgen que no le pase nada malo.

Los guaikurú pasaron al lado de él y no lo vieron. José salió de donde se había escondido y fue a hacer dos imágenes de la Virgen.

De esas dos imágenes, una está en Tobatí, la otra en Caacupé. Ahí, hasta ahora, se la venera a la Virgen. De todos los lugares se llega junto a ella con fe y oraciones. N.K.C.

**/**


Tupasy Ka’akupe: 

Hose, ñande ypykue ta’anga apoha, peteĩ ko’ẽme oho ka’aguýpe ohekávo yvyra. Upépe ojuhu guaikuru kuérape; ha’e kuéra ndohayhúi chupe, Hose oikuaa porá upéva. Upémarõ okañy yvyra poguasu kupépe, oñembo'e ha ojerure Tupasỹme ani haguã ojehu chupe mba’eve ivaíva.

Guaikuru kuéra ohasa ijypy rupi ha ndohechái chupe. Hose osẽ ikañyhágui ha oho ojapo yvyrágui mokõi Tupãsy ra’anga.

Umi Tupásy ra’anga, peteĩva oime Tovatĩme, ha ambuéva oime Ka’akupépe. Ko’ápe, ko’ãgaite peve, ojehecharamo Tupãsýme. Opaite tendágui oñeguahẽ Tupásy rendápe, ñemb'e ha jeroviápe. - F. A. A.

(de Portal Guarani)


Paraguay en Fotografia-álbum Mitos y Leyendas
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Leyenda del Yrupe


Yasy había nacido con un pequeño mal incurable; amaba los astros.
Desde pequeña quería la Luna y vivía para ella. Cuando ésta no aparecía en el cielo, Yasy lloraba insomne las noches enteras.

Y cuando el pálido satélite surcaba raudo la inmensidad cubierta de estrellas, la enamorada se vestía con las mejores galas, y pasaba la noche entera en celeste idilio con el astro. Entonces era hermosísima y la Luna le daba a su rostro un halo sobrenatural.

Así los dos se amaron mucho tiempo. Hasta que un día Yasy desesperada de vivir tan lejos de su celestial amante, decidió ir en su busca.

Subió a uno de los árboles más altos y desde él tendió los brazos para que el astro la recogiera. Pero fue inútil. Entonces bajó y trepó a la cima más alta de la montaña y allí esperó el paso de la Luna, pero también fue en vano.

Descorazonada y vencida volvió al valle y allí caminó largo tiempo, sus pies desgarrados por las piedras y las espinas, manaban abundante sangre.

En su marcha llegó a un lago de aguas límpidas. Se miró en ellas y vio su imágen reflejada al lado de la Luna. ¡Era el milagro!. Sin vacilar se arrojó a sus brazos, pero la imágen se desvaneció y las aguas se cerraron sobre ella cubriendo para siempre su imposible sueño.

Tupá, compadecido de aquel gran amor, la transformó en Yrupé con hojas de forma de un disco lunar y que mira hacia lo alto en procura de su amado ideal. De noche cierra sus pétalos cubriendo las manchas de sangre de sus heridas, pero cuando la Luna aparece, las abre, y todavía platíca con ella.



Paraguay en Fotografia-álbum Mitos y Leyendas

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Leyenda del Mainumby y el Kururu...en el Día del Folklore



Mientras Tupá sé hallaba formando el mundo y poblándolo con los seres que hoy vemos en él, su tarea era ímproba e ininterrumpida. Las aguas lamían las tierras creadas y un firmamento muy azul limitaba el espacio con una bóveda de nubes. 

El sol, recién salido de las manos de Tupá, enviaba haces dorados de luz que daban calor y brillantes matices a las plantas terminadas de crear y que embellecían la tierra con el verde de ramas y hojas, y los rojos, los blancos, los amarillos y los azules de sus pétalos de seda.

Tupá miró su obra y decidió poblar los aires y las aguas. Entonces formó las aves y los peces. Los aires se llenaron de alas y los árboles de nidos. Las más bellas y delicadas avecillas y las más fuertes y poderosas surgían de las manos todopoderosas de Tupá y buscaban el árbol o la montaña que las habría de cobijar. 

Tan entusiasmado estaba Tupá con su obra alada, que resolvió hacer una joya que surcara el aire despertando la admiración de todos por su belleza, por su color, por su aspecto, por su forma de volar.

Tomó un poco de arcilla, muy poca, y le dio una forma graciosa de leve aspecto; le agregó las alitas tenues y movedizas, una cola preciosa; un pico muy fino y largo para que la nueva avecita lo pudiera introducir en las flores en busca del néctar contenido en su interior, y cubrió el cuerpecito de finísimas y sedosas plumas.

Mezcló luego los más bellos colores con rayos de sol para darles reflejos irisados y con ellos pintó las plumitas de la nueva avecilla que, ya terminada, batió sus alas pequeñas y en vuelo gracioso y sutil comenzó su recorrido de flor en flor, temblando sobre ellas y sin posarse en nin­guna.

Según los guaraníes, la llamó mainumby, Tupá, satisfecho, la miró alejarse, seguro de haber creado la más bonita, la más graciosa, pequeña y sutil de las aves, sólo comparable a la más hermosa flor. No sólo Tupá tenia esa idea. De ella participaba también Añá, a quien la envidia inspiraba todos sus actos y que, no habiendo perdido detalle de la creación de la última obra de Tupá, escondido detrás de unos árboles desde donde le era fácil espiar, decidió él mismo, siguiendo en todas sus partes el procedimiento usado por el Dios bueno, hacer una obra exacta a la realizada por él. 

Tuvo buen cuidado de realizarla- con la misma arcilla, de la que tomó un buen trozo, sin duda, para que no le llegara a faltar. La amasó, la acarició con sus largas y ganchudas manos tratando de dar­le elegante forma, imitando la que, de lejos, había visto hacer a Tupá.

No consiguió tantos colores para terminar su creación, pero no le dio mayor importancia, y con el verde, el negro y el blanco amarillento que halló, pintó la arcilla. Miró su obra convencido que bien podía competir con la dé Tupá, y -muy conforme con ella - la tomó entre sus dos manos, la levantó en el aire, y, allí, dándole un pequeño impulso, trató de echarla a volar. 

Pero en el mismo momento que la libró de la prisión que la contenía y dirigió la vista hacia lo alto, esperando verla llegar, un ruido sordo se oyó en la tierra. Miró sorprendido Añá, y un gesto de estupor cambió su expresión satis­fecha. 

Su obra, en lugar de volar, había caído al suelo, de donde salió dando saltos; contra todas las suposiciones de su creador, para ir a ocultarse en­tre las piedras del camino. Añá, muy a su pesar, y contra su voluntad, creyendo crear un pájaro, pájaro, había creado al kururú (sapo)

La Golondrina


Una golondrina que cantaba muy alto en un árbol del bosque, vio a un hombre que caminaba con una cajita negra misteriosa. 
Bajando la golondrina hasta pararse en el hombro del señor, le preguntó:

"¿Qué tienes en la cajita negra?" 
"Gusanos" contestó el señor. "
¿A cómo son?" preguntó la golondrina. 
"Muy buen precio. Solamente te cuesta una pluma". 


La golondrina pensaba dentro de sí, "Debo tener como un millón y la mayoría son chiquititas. Seguramente una pluma no me hace falta. Aquí tengo la oportunidad de comer sin trabajar". Buscando la pluma más chiquita, la haló, cerrando los ojos por el dolor. Pero al comer el gusano gordito se olvidó del dolor y pronto estaba alto en los ganchos del árbol cantando tan bellamente como antes.




El día siguiente volvió a ver el mismo hombre caminando por la bosque con la cajita negra y una vez más cambió una plumita por un gusano. Pensaba la golondrina, "¡Qué buena vida! ¡Y sin trabajar!" 




Y así fue por muchos días. Cada vez que se sacaba una pluma, menos le dolía, pero con más dificultad volaba. Al tiempo ya no podía alcanzar la parte más alta del árbol. El hombre con la cajita negra ya no venía porque ya no le quedaban más plumas para negociar por gusanos. Ahora le daba trabajo conseguir comida para vivir y ya no cantaba, avergonzada de su condición.




Amigo lector, así son los malos hábitos y los vicios. Se apoderan de nosotros. Son dolorosos al principio pero al tiempo son fáciles, hasta que nos roban de la habilidad de volar y cantar.

sábado, 16 de agosto de 2014

LA ESTRATEGIA


 

Cuentan que cierto emperador chino, cuando le avisaron que en una de las provincias de su imperio había una insurrección, dijo a los ministros de su gobierno y a los jefes militares que lo rodeaban: 
-    Vamos, síganme. Pronto destruiré a mis enemigos.

Cuando el emperador y sus tropas llegaron a donde estaban los rebeldes, el rey trató afablemente a éstos, quienes, por gratitud, se sometieron a él nuevamente.

Todos los que formaban el séquito del emperador pensaron que él ordenaría la inmediata ejecución de aquellos que se había sublevado contra él; pero se sorprendieron en gran manera al ver que el soberano trataba humanitariamente y hasta con cariño a quienes habían sido rebeldes. 
 
Entonces, el primer ministro preguntó con enojo al emperador:
-    ¿De esta manera cumple vuestra excelencia su promesa?  Dijo que veníamos a destruir a sus enemigos y sin embargo, los ha perdonado a todos, y a muchos hasta con cariño los ha tratado.
 
Entonces el emperador, con actitud magnánima, dijo: 
-    Les prometí destruir a mis enemigos; y todos ustedes ven que ya nadie es enemigo mío, a  todos, los he hecho mis amigos.

Humanamente, lo que tendemos a hacer es aplicar la ley del Talión para retribuir lo que se nos hizo y pagamos el mal con mal y el bien con bien. A quien nos levanta la voz le gritamos, si nos ofendieron buscamos ofender y así sucesivamente.  Pero algunos van mucho más allá y a quien piense  o se vea diferente lo hacen a un lado declarándolo enemigo.

Sin embargo, Jesús nos ha dejado una enseñanza: “Ustedes han oído la ley que dice: “Ama a tu prójimo” y odia a tu enemigo. Pero yo digo: ¡Ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen!  De esta manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. Pues Él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual.  
 
Si sólo amas a quienes te aman, ¿qué recompensa hay por eso? Hasta los corruptos cobradores de impuestos hacen lo mismo.  Si eres amable sólo con tus amigos, ¿en qué te diferencias de cualquier otro? Hasta los paganos hacen lo mismo.  Pero tú debes ser perfecto, así como tu Padre en el cielo es perfecto. 
 
Si basados en nuestros parámetros de justicia, nuestras ideas y conceptos, decidimos que aquellos que nos lastimaron están condenados a nuestra eterna indiferencia, que los que se ven diferente a nosotros deben permanecer lejos y que nuestro amor sólo debe ser expresado a quienes nos tratan bien; ¿cómo sabrá el mundo del amor de Dios? Ninguno de nosotros sabe la historia de esas personas ni por lo que están pasando, por lo que si juzgamos basados sólo en apariencias o en hechos aislados, estaríamos cometiendo un terrible error.

Si nos acercáramos a ellos con amor, buscando la paz en lugar de la confrontación, podríamos conocerlos y entender sus decisiones y lo más importante, podríamos mostrarles que hay gente que busca seguir las enseñanzas del Maestro, que viven lo que predican y, así,  el mundo podría ser un lugar mejor.

¡Anímate a ser diferente, usa la estrategia del amor y conquista a tus enemigos!
 
Autor Desconocido    


http://elistas.egrupos.net/grupo/semillas
 

jueves, 14 de agosto de 2014

EL DESALIENTO


Cierta vez se corrió la voz que el diablo se retiraba de los negocios y vendía sus herramientas al mejor postor.  En la noche de la venta, estaban todas las herramientas dispuestas en forma que llamaran la atención, y por cierto eran un lote siniestro: odio, celos, envidia, malicia, engaño; además de todos los implementos del mal. Pero un tanto apartado del resto, había un instrumento de forma inofensiva, muy gastado, como si hubiese sido usado muchísimas veces y cuyo precio, sin embargo, era el más alto de todos.

Alguien le preguntó al diablo ¿cuál era el nombre de la herramienta?
-    "Desaliento" fue la respuesta.

"¿Por qué su precio es tan alto?" -le preguntaron al diablo-.
-    "Porque ese instrumento me es más útil, que cualquier otro. 
 
Con él, puedo entrar en la conciencia de un ser humano cuando todos los demás me fallan, y una vez adentro, por medio del desaliento, puedo hacer de esa persona lo que se me antoja. Está muy gastado porque lo uso casi con todo el mundo, y como muy pocas personas saben que me pertenece, puedo abusar de él".

El precio de desaliento era tan, pero tan alto que aún sigue siendo propiedad del diablo.

El desaliento es uno de los estados de ánimo con el que el diablo se fortalece.  Nos desalentamos con la situación económica, con nuestro trabajo, con nuestra familia, con la necesidad de cambio, con los grupos, con el engaño, con la mentira, con el desamor.  Por eso, debemos mantenernos alertas contra el desaliento. Y cuando haya un tropezón o una caída, no hay que entregarse, porque: después de cada día, se empieza otra vez desde un punto más alto.
 

Autor Desconocido 

lunes, 11 de agosto de 2014

UNA PUERTA ABIERTA A TU META



Edwin C. Barnes tenía un deseo ardiente de convertirse en un asociado de negocios con el gran inventor Thomas a. Edison. No quería trabajar para Edison, quería trabajar con él.  Como un paso hacia convertir su sueño en realidad, Barnes solicitó trabajo en el laboratorio de Edison en Nueva Jersey. Lo contrataron como empleado de oficina y le pagaban el sueldo mínimo, lo que era algo muy lejos de una sociedad.
 
Los meses pasaron sin ningún cambio en su condición ni en su relación con Edison. La mayoría de la gente se habría rendido, sintiendo que su trabajo no la llevaba a ningún lado. Barnes, sin embargo, permaneció firme. Llegó a darse cuenta por completo del ambiente en la oficina y del trabajo de cada persona, y buscó maneras de lograr que el trabajo de cada uno fuera más placentero y eficiente. Sobre todo, permaneció dispuesto y optimista. Vio todo lo que hacía como preparación para el día cuando llegara a ser socio de Edison en una nueva empresa.

Llegó el día en que Edison le presentó a su personal de ventas su invención del dictáfono Edison. No creían que se vendería.  Sin embargo, ¡Barnes vio esta máquina de apariencia extraña como su oportunidad! Se dirigió a Edison, anunciándole que le gustaría vender el dictáfono. Puesto que nadie más demostró entusiasmo alguno por él, Edison le dio la oportunidad al joven. Le concedió un contrato exclusivo para distribuir y promover la máquina de oficina por los Estados Unidos.

Edwin Barnes tuvo éxito en alcanzar su meta de trabajar con el gran inventor, y al mismo tiempo lograr su meta de tener éxito en los negocios.
 

Dictafono digital grabadora de voz

¿Tienes una meta en mente o en tu corazón hoy?

Puedes estar seguro de que la alcanzarás mientras sirves a otros y los ayudas a alcanzar sus propias metas. La ayuda que le ofreces a un miembro de la familia, a un vecino, a un compañero de trabajo o a tu jefe hoy regresará a ti en éxitos mañana.

Tal vez la oportunidad te llegue hoy disfrazada de mala suerte, derrota, rechazo o fracaso. Mira más allá de los problemas para considerar las posibilidades.  En fe, ayuda a una persona a superar sus dificultades y te sorprenderás por las cosas buenas que Dios envía a tu camino.
 

Tomado de: Desayuno con Dios

Editorial Unilit

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