Manuel Parreño Rivera es el autor
de un cuadro de Sor Eusebia. Por lo ocurrido mientras se pintó, se considera un milagro.
El cuadro se ha convertido en una parte
importante del proceso de beatificación de Sor Eusebia. Veamos por qué.
Manuel no tiene manos; pinta con
los pies. Estudió Bellas Artes en la Escuela "Santa Isabel de Hungría" de
Sevilla. Ha cumplido 72
años en 2010 y vive en Valverde del Camino, localidad de Huelva en la que nació.
Este singular valverdeño se confesaba
"ateo consumado, hombre muy reacio a las corrientes religiosas".
Al pueblo venían autocares
de distintos lugares de España. Sor Eusebia era ya un auténtico tesoro custodiado con
formidable cariño por los valverdeños. La fama de santidad de la humilde mendiga
salmantina, que trabajó y murió en la casita salesiana del bonito pueblo de Huelva, era
un imán auténtico para incontables almas necesitadas de su celeste protección.
Un día, Sor María Luisa
Aparicio, directora del Colegio de las Hijas de María Auxiliadora de Valverde del
Camino, tuvo una luminosa idea: ¿por qué nuestro famoso pintor local no nos hace un
retrato hermoso de Sor Eusebia Palomino?... Rápidamente se lo propuso al artista.
"Existía una
repugnancia tal en mi fuero interno -dice el artista del que nos ocupamos- que no
me permitía tomar los pinceles y la paleta para plasmar la figura de Sor Eusebia".
Le entregaron una
fotografía de escasa calidad, en blanco y negro. A pesar de que Manuel se había
especializado en el retrato, se sentía incapaz de comenzar su obra tratándose de una
persona a quien no había conocido.
"La mayoría de los
retratos los he hecho al natural, con la persona presente", confiesa nuestro
hombre. Pero pasaba el tiempo y la gente le paraba por la calle confesándole que Sor
María Luisa Aparicio no perdía la fe en que el retrato se vería acabado cualquier
día...
Al encargarle el retrato,
Manuel considera "enormemente difícil" llevarlo a cabo. Tanto es así que dilató
el comienzo de su obra nada menos que 6 años, seis...
Un Jueves Santo, el pintor
salió de su casa despidiéndose de su esposa al tiempo que le dirigía alguna frase
escéptica sobre el retrato de Sor Eusebia que iba a comenzar. Al llegar al estudio,
encontró un lienzo de 130 por 81 cm. preparado por un alumno suyo cuatro días antes.
No estaba la tela lo suficientemente tensa, ya que el aprendiz no disfrutaba todavía de
la experiencia conveniente. De buenas a primeras aparece en escena un representante de
una casa de lienzos de Alicante. Siempre que venía este Señor a Valverde lo hacía
por razones comerciales, profesionales.
Pasó por el pueblo y dijo: "Voy
a acercarme al estudio de Manolo para ver si necesita algo". Efectivamente: tensó
el lienzo en 10 minutos, lo dejó perfectamente, se despidió y Parreño ya no le vio
más.
"¿Qué ocurre
aquí?... No lo sé. La verdad es que este hombre no estaba citado y se presentó"
comenta el maestro valverdeño en los cinco folios que ha redactado y ha dado su
consentimiento para que sean divulgados.
Sin carboncillo ni retrato
previo, el artista impregna el pincel y comienza a pintar la figura. "Lo normal es
corregir, dice Manuel, pero no hubo necesidad de ello". Un accidente inesperado
en la elaboración del cuadro hizo que Parreño comenzara a ensartar improperios... Al
resbalar el pincel, una mancha cayó sobre el ojo de la retratada. El artista aparta con
un dedo (no olvidemos que trabaja con sus pies al carecer de manos) esa mancha y se
sobrecoge, ya que no ha necesitado de pincel alguno para corregir el retrato
definitivamente. "Sentí tanto miedo que cerré la puerta y me marché a
casa".
Manuel Parreño tarda
normalmente unos 14 ó 15 días en acabar un retrato para que quede a su gusto. Si le
presionan demasiado, puede concluirlo en 5 ó 6 días. Por eso, cuando Manuel contempló
el retrato de Sor Eusebia dispuesto para ser admirado por el público después de 4
horas y media de trabajo solamente, le recorrió su espalda un repeluzno.
Parreño se había encarado
con la foto de Sor Eusebia: "Bueno, vamos a ver si es verdad lo que dicen de ti.
No tenemos tiempo material. Yo sé que dentro de 14 días tu cuerpo va a ser trasladado al
colegio. A mí me gustaría quedar bien y comprobar si tus prodigios son ciertos..."
Por aquellos días pasaron
por la casa del pintor más de 400 personas. Por lo menos 50 de ellas (que habían
conocido personalmente a la Hija de María Auxiliadora) declaraban la autenticidad de
su expresión.
"Conseguir una
expresión de una persona que no se conoce, que solamente se ve a través de la
fotografía -que en este caso era pequeña y en blanco y negro- es un hecho que el pintor
jamás puede soñar en conseguir sin tener una referencia más amplia", afirma el
maestro.
"Mi interpretación del
cuadro es la siguiente: concibo a Sor Eusebia en el cielo, con Dios Padre. La lectura es
mensaje directo del cielo que está recibiendo Sor Eusebia. La cara refleja esa expresión
radiante. Yo lo interpreto así ahora, pero no lo hice pensando en ello. Aquello salió...
Yo fui el vehículo. No vamos a quitar importancia al pintor, pero es que, en realidad, yo
no la quiero, no quiero esa importancia."
"Lo confieso
noblemente. Una vez que el cuadro de Sor Eusebia estuvo terminado, supe interpretar lo que
allí había. Es decir, estoy diciendo esto para que la gente vea que yo no pensé en
aquello. No estaba concebido por mí."
"Todo el mundo lo sabe.
Yo he vivido siempre al margen de todo tipo de religión. Ser protestante,
ortodoxo, católico o testigo de Jehová, a mí me tiene un poco sin cuidado. Yo he vivido
siempre libre."
"Antes vivía en una
constante tensión y hoy estoy relajado, con una paz extraordinaria y esto se produce a
raíz de pintar el cuadro de Sor Eusebia. Esto lo puedo confesar noble y gallarda y
humanamente..."
"Estaría
dispuesto a manifestar la verdad de lo que me ha sucedido ante los Tribunales, si fuese
menester."
http://webcatolicodejavier.org/cuadro.html
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