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jueves, 11 de julio de 2013

CÓDIGO DE CIRCULACIÓN CATÓLICO

En la vida siempre hay un peligro indefinido. Estate atento y no confundas nunca el bien... con el mal.


image004.jpg (1989 bytes) Deja que en tu camino se incorporen algunas personas. Serás más feliz y nunca te sentirás sólo.


Déjate guiar por la técnica que hace más seguro tu camino. Pero no concluyas que todo lo que nos ofrece la ciencia es ético ni bueno.

    No te dé pena dar las vueltas que sean necesarias para defender la verdad. Recuerda que es la persistencia del agua la que rompe la roca.
  
Levanta las barreras de tu orgullo y de tus falsas seguridades. Nadie es dueño absoluto de la verdad sino Dios.

 No eches humo ni te enfades cuando las cosas no te vayan bien. Piensa que después de la noche... viene el día. El “día siguiente” es un buen remedio para los fracasos momentáneos.
   Sueña con alcanzar los más altos ideales. Nunca te des por vencido cuando se trate de escalar hacia aquellos valores que merecen la pena.

   No te salgas del camino trazado por la justicia y la solidaridad. No hay peor cosa que aquellos que comienzan algo y, por la presión del entorno, no lo llevan a cabo.

   No te hundas cuando la vida se te haga cuesta arriba o cuesta abajo. Es cuestión de poner el freno de la paciencia y la vitamina de la audacia.

   En tiempos de estrecheces no desesperes. Piensa que no hay mal que cien años dure y, además, Dios aprieta... pero no ahoga.
   
No te arrepientas nunca de haber trabajado por alguien o por algo. Dejan huella los que construyen, no los que dinamitan. El amor nunca muere.

   Vete con precaución por la vida. En cualquier momento una persona puede cambiar el rumbo de tu felicidad. Recuerda que hay mucho lobo en piel de cordero.

  Nunca dejes de ser “un poco niño”. Verás que siempre queda algo por aprender, algo por escuchar y algo por lo que soñar. No te importe ser el último en las cosas del mundo... y el primero a la hora de servir.
 
 Piensa que, antes que nada, eres persona. No blasfemes ni tengas comportamientos propios de otra especie. No vence quien grita sino quien convence con su testimonio y comportamiento.
 
Cuida tu alimentación. De vez en cuando procura comer algo que te llene el corazón y la mente de paz y de felicidad. Además de no pesar....ayuda y anima. No es más rico quien más tiene sino quien menos necesita para ser feliz.

   En tus criterios e ideas, a la hora de defenderlas, sé constante y guarda las distancias necesarias con aquella que pretende aniquilarlos.

 Sé siempre coherente en tus principios. No digas primero “sí” y luego “no”. El “ser veleta” no es una buena opción en la vida de un cristiano.

  No te pares nunca a la hora de defender la verdad y el buen entendimiento. Evitarás que la mediocridad te acompañe en tu vida.

  No insultes a tu compañero/a. Sé respetuoso a la hora de proponer tu pensamiento. Quedarás como tolerante. Las cosas cuando se proponen entran mejor que con la imposición.

  De vez en cuando párate y piensa un poco en tu vida. En lo que haces y en el por qué lo haces. Pasan los días... y no tienen vuelta. ¿Dónde está tu tesoro? ¿Dónde tienes puestos los acentos de tu felicidad?

Aun cuando a veces tengas razón, deja espacio para el otro. La verdad es más grande y firme cuando se descubre en dos direcciones.

Cuando tengas que decir que NO... que sea un NO convencido y meditado. Que nada ni nadie pueda condicionar tus decisiones basadas en la sinceridad, la transparencia o el trabajo bien hecho.

Si crees que tienes que caminar en una dirección para alcanzar la felicidad, que nada te impida girar en sentido opuesto. Pero recuerda: “no siempre el camino que nos indican es el camino que nos conviene”.

 Cuando a la hora de decidir veas dos caminos... opta por aquel que menos ansiedad te vaya a producir y, sobre todo, por el mal menor que te vaya a causar.

  Cuando te fallen los amigos y hasta las promesas del mundo... sujétate y agárrate a la FE en Dios. El nunca te fallará. No solamente es un buen cinturón de seguridad sino, además, un buen seguro para toda la vida.

image052.jpg (2083 bytes)  Si piensas que en tu vida todo es oscuridad reza para que DIOS sea tu luz y tu claridad. Las dificultades se iluminan  más y mejor cuando se mira hacia el cielo. Se hacen grandes e insoportables cuando nos empeñamos en solucionarlas por nosotros mismos.

 Si te ofrecen caminos rápidos para alcanzar el poder y la fama, el dinero o la riqueza... valora los riesgos que trae eso consigo. La riqueza que viene deprisa... suele marcharse con la misma velocidad con que llegó.

  Si te invitan a recorrer senderos que llevan a tu perdición y tu degradación personal y profesional, que seas capaz de poner los límites necesarios. Recuerda que los hijos de las tinieblas... son más rápidos que los "hijos de la luz”.

  Cuando te falten las fuerzas para seguir adelante, mira al cielo, eleva una oración y DIOS hará lo demás.
No pienses que la vida sólo es para trabajar. Descansa y contempla la naturaleza. Disfruta de todo lo que, tal vez, ya nunca podrás contemplar.
   Cuando te animen a llegar siempre el primero, piensa que no es más listo quien más corre sino quien, en equipo, llega hasta el final de la meta. La vida cristiana es un camino hacia Dios.


Autor del texto: Padre Javier Leoz
Reflexión editada en la Diócesis de Catequesis de Navarra (España)
Realizada para la fiesta de San Cristóbal, en 2003   

http://webcatolicodejavier.org/codigovial.html

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