Hacer todo por amor.
No es tan importante si hacemos cosas grandes o pequeñas, heroicas o comunes, sino que lo importante es que las hagamos con amor, a Dios y al prójimo.
Entonces las cosas comunes de todos los días grises de nuestra vida, se convertirán en ramilletes de flores perfumadas para depositar a los pies del Trono de Dios, y Él estará contento con nosotros y se regocijará de nuestro amor, pues Él no necesita nada de nosotros, excepto nuestro amor.
Y esto no es nada nuevo, puesto que el primer mandamiento justamente nos manda amar a Dios con todo nuestro ser y con todas las fuerzas.
Sería bueno que al ir a confesarnos realicemos el examen de conciencia sobre este mandamiento, ¿cómo lo estamos cumpliendo?, ya que de esto depende nuestra santificación y hasta nuestra salvación y la de muchos hermanos nuestros.
Ya lo ha dicho San Pablo, que si tenemos todo, pero nos falta el amor, la caridad, nada somos.
Jesús, en Vos confío.
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