Un mensaje
Perdón, fuente de
paz.
"Esta tarde, antes que empecéis a orar, cada uno de
vosotros debe perdonar a su prójimo. Encontrad en vuestro corazón a vuestros
enemigos y orad por ellos al Padre".
(Mensaje de la Reina de la Paz,
Medjugorje)
Comentario:
Con este
corto mensaje la Virgen nos quiere recordar que no podemos rezar con odio o
rencor en el corazón, porque así Dios no escucha nuestras oraciones. Si no
perdonamos de corazón a los que nos han ofendido o creemos que nos han ofendido,
entonces no tendremos paz en el alma y nuestra oración será inútil.
Sabemos
que hemos perdonado a nuestros enemigos cuando nos atrevemos a rezar por ellos y
a pedir el bien para ellos, y jamás el mal.
Sabemos
también que nuestro corazón perdonó al que nos ofendió, si se diera el caso de
que nuestro enemigo u ofensor se encontrara en apuros y necesitara nuestra
ayuda. Si le daríamos esa ayuda, es señal de que hemos perdonado. Pero si
nuestro corazón estuviera endurecido y nos alegráramos, incluso, de ese daño,
entonces no hemos perdonado todavía.
La Virgen
es ante todo Madre, y sabe muy bien que el odio y el rencor afectan en primer
lugar a quien los siente, porque cuando pecamos, le damos poder al demonio para
que influya en nuestras vidas y así nos desvíe del recto camino que lleva al
Cielo.
Así que
hagamos caso a la Virgen y antes de comenzar a rezar, recordemos quiénes son
nuestros enemigos y los que nos han ofendido, y perdonémosles de corazón, y
luego sí recemos por nosotros, por ellos y por todos, y así Dios nos
escuchará.







Todo
experimentamos grandes deseos de felicidad. En el fondo todos nuestros
actos se encaminan a la búsqueda de la felicidad, nadie en su sano
juicio actúa buscando el sufrimiento. La experiencia nos muestra que el
problema se plantea cuando aquello en lo que depositamos nuestras
esperanzas no nos satisface y, al contrario, nos crea más ansiedad.


Me
corrijo, no quiero ser un burro, quiero ser un burrito, el más pequeño
burro entre los burros. Esto lo comprendo ahora plenamente, quizás
después de haber tratado tontamente de ser pavo real o simplemente pavo,
durante demasiados años de mi vida. ¡Que honor ser burro, un dedicado y
eficiente burro!
El
burro, conciente de su misión, se concentró en la tarea de modo
extraordinario mientras se repetía a si mismo a todo momento: “estos
aplausos no son para mi, no debo distraerme, estos hosannas no son para
mi, debo concentrarme en tener el paso firme, la mirada fija en el
camino”.



