Pensamiento mariano
Dice el P. Nierembergh que el amor que todas las madres tienen por sus hijos es pura sombra en comparación con el amor que María tiene por cada uno de nosotros. Más nos ama ella sola –añade- que lo que nos aman todos los ángeles y santos.
Comentario:
Si meditáramos seriamente en esta verdad sobre el amor casi infinito que María nos tiene a cada uno de nosotros, no podríamos menos de quedarnos extasiados y veríamos nacer en nosotros una grandísima confianza en María, porque estaríamos bien seguros que antes fallarán el cielo y la tierra, antes de que María nos deje de amar y de socorrer con su poder.
Si pensáramos un poco en este amor de María por nosotros, se nos llenaría el alma de gratitud hacia Aquella que es Madre de Dios, pero también es Madre nuestra, y estaríamos completamente seguros aún en medio de los más graves problemas, porque comprenderíamos que en realidad no nos puede suceder nada que sea realmente malo, puesto que María nos ama, y si María nos ama, entonces Dios también nos ama. Y el amor de Dios y de María es protección contra toda tentación y motivo para saltar de gozo y vivir alegres, disfrutando de estos dos amores, y devolviéndoles amor por amor, que nunca amaremos a Dios y a María como Ellos nos aman a nosotros.
Y cuanto más buenos seamos, y más puros, y más fieles a Dios, María tanto más nos amará. Entonces el amor de María será un acicate para ser mejores, un impulso hacia la perfección.
¡Ave María Purísima!
¡Sin pecado concebida!
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