Mas Jesús, llamándolos a su lado, dijo: Dejad que
los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los que son como
éstos es el reino de Dios.
Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a
ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber
exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea.
Debemos escuchar al niño que fuimos un día y que existe dentro de nosotros. Ese niño entiende de instantes mágicos.
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