El desplazamiento de la casa de Nazaret a Loreto: otra leyenda

Se dice que en el tiempo en que la invasión musulmana en Tierra Santa se volvió más dura y oprimente, un ángel, una vez más, bajó del cielo hasta Nazaret, no para llevar el anuncio a María sino para llevar a lugares más seguros su casa. Algunos, críticos, añaden que no fue obra de los ángeles celestiales sino de los "di Angeli", familia de cruzados italianos que volviendo de Tierra Santa, arrastraran piedra a piedra este trofeo.

Déjame contarte esta historia de otra manera. Érase una vez, y ese tiempo siempre ocurre en la historia de los hombres, donde, bajo el oro, el mármol, el incienso; bajo los sermones y los comentarios, el Fiat de María fue amurallado y enterrado. Tan enterrado que el pobre que, arriesgando su vida llegaba a Nazaret, se arrodillaba, y solo llegaban a sus oídos y a veces hasta a su corazón un diluvio de elogios que le obstruían la entrada al verdadero santuario.

Entonces, casi por primera vez, José se enfureció. Una noche, en compañía de unos ángeles, se escapó del cielo y robó, cual merodeador, la casa de María a esta vanidad devota. Era menester que la pureza del Fiat de su esposa a Dios resplandeciera siempre y continuara encantando el corazón de los pobres.

Artesano sagaz, que sabe lo que un objeto precioso bien colocado y destacado puede provocar en el alma humana, José puso esta casa robada en la cima de una colina italiana, en Loreto, en una región en la que los charlatanes pregonaban que, desde hace mucho tiempo, Dios no se tomaba el trabajo de bajar de su cielo.

En esta noche memorable, esta casa tan querida por su corazón, fue lustrada por José piedra a piedra con el aceite del milagro. De modo que por la mañana, el primer enfermo que se asombró de esta extraña construcción, se encontró revigorizado, inaugurando la larga procesión de las quejas transmutadas en alabanza. (...)

Pero, en el centro de Nazaret, al haber robado José la casa santa, develó un tesoro todavía más precioso: el lugar en el que recogida en silencio, se encontraba María cuando el ángel Gabriel, parándose en la orilla, sin atreverse a ir más adelante, le hizo su anuncio.

Autor desconocido

Nuestra Señora de Loreto

Dios te salve María,

llena eres de gracia

El Señor es contigo,

bendita tu eres entre todas las mujeres,

y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María Madre de Dios,

ruega por nosotros pecadores,

ahora y en la hora de nuestra muerte,

http://www.mariedenazareth.com