El sábado era el día de la Virgen. Sus padres iban a rezar el Santo Rosario, junto a otras familias, a la parroquia de San Bartolomé, y lo llevaban si prometía permanecer tranquilo y portarse bien, lo cual no resultaba nada fácil. Y bajo la misma promesa asistía a la Sabatina: una solemne bendición con el Santísimo Sacramento y el canto de la Salve.
Cuando el niño tuvo más edad, sus padres le enseñaron el rezo del Angelus.
Cada día, al dar el reloj las doce, el Relojerico revoloteaba agitado, recordando a la familia el rezo del Angelus: San Gabriel no le perdonaría este olvido. Leer más
Hola Amigas Vainillitas, muy linda la historia de San Josemaría Escriva de Balaguer.
ResponderEliminarLes dejo muchos besos y les deseo una semana de muchas bendiciones.