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miércoles, 26 de febrero de 2014

EL SUEÑO DE LA ORUGA



Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un saltamontes:

-    ¿Hacia dónde te diriges?, le preguntó.
 
Sin dejar de caminar, la oruga contestó:
-    Tuve un sueño anoche; soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo.
 
Sorprendido, el saltamontes dijo, mientras su amigo se alejaba:
-    ¡Debes estar loco!, ¿Cómo podrías llegar hasta aquel lugar?  ¡Tú, una simple oruga!. Una piedra será para ti una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable.
 
Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse.  La oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros.  Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor aconsejaron a nuestro amigo a desistir de su sueño:
-    ¡No lo lograrás jamás! -le dijeron-, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir.
 
Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar:
-    Estaré mejor, fue lo último que dijo, y murió.
 
Todos los animales del valle por días fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal más loco del pueblo.  Había construido como su tumba un monumento a la insensatez. Ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió "por querer realizar un sueño irrealizable".
 
Una mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto quedaron atónitos.  Aquella concha dura comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta. Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas arco iris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: Una mariposa.
 
No hubo nada qué decir, todos sabían lo que haría: se iría volando hasta la gran montaña y realizaría un sueño; el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir.  "Todos se habían equivocado".
 
Dios no nos hubiera dado la posibilidad de soñar, si no nos hubiera dado la oportunidad de hacer realidad nuestros sueños.  Si tienes un sueño, vive por él, intenta alcanzarlo, pon la vida en ello y si te das cuenta que no puedes, quizá necesites hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en tu vida y entonces, con otro aspecto, con otras posibilidades y circunstancias distintas: ¡lo lograrás!  Lucha con todas tus fuerzas por lo que deseas, el éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino.  Alcanzarás tus sueños, no importa las veces que lo intentes, sigue hasta el final.
 

Autor Desconocido  

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