Reina
de la paz, ruega por nosotros.
En la fiesta de tu Inmaculada Concepción
vuelvo a venerarte, oh María,
al pie de esta estatua,
que desde la plaza de España
permite a tu mirada materna
abarcar esta antigua ciudad de Roma,
tan querida para mí.
He venido aquí, esta tarde,
a rendirte el homenaje
de mi devoción sincera.
En este gesto se unen a mí, en esta plaza,
innumerables romanos,
cuyo afecto me ha acompañado siempre
durante todos los años
de mi servicio a la Sede de Pedro.
Estoy aquí con ellos para iniciar el camino
hacia el 150° aniversario del dogma
que hoy celebramos con alegría filial.
Reina de la paz, ruega por nosotros.
A Ti se dirige nuestra mirada
con mayor conmoción;
a Ti recurrimos con confianza más insistente
en este tiempo marcado
por muchas incertidumbres y temores
por la suerte presente y futura
de nuestro planeta.
A Ti, primicia de la humanidad
redimida por Cristo,
finalmente liberada
de la esclavitud del mal y del pecado,
elevamos juntos
una súplica ferviente y confiada:
Escucha el grito de dolor de las víctimas
de las guerras
y de numerosas formas de violencia,
que ensangrientan la tierra.
Disipa las tinieblas
de la tristeza y de la soledad,
del odio y de la venganza.
Abre la mente y el corazón de todos
a la confianza y al perdón.
Reina de la paz, ruega por nosotros.
Madre de Misericordia y de Esperanza,
obtén a los hombres y a las mujeres
del tercer milenio
el don valioso de la paz:
paz en los corazones y en las familias,
en las comunidades
y entre los pueblos;
paz, sobre todo, para las naciones
donde cada día
se sigue combatiendo y muriendo.
Haz que todos los seres humanos,
de todas las razas y culturas,
encuentren y acojan a Jesús,
que vino a la tierra
en el misterio de la Navidad
para darnos Su paz.
María, Reina de la paz,
danos a Cristo,
Paz verdadera del mundo.

Fuente:mariamediadora.com