Pentecostés,
fiesta grande para la Iglesia. Con el Espíritu Santo tenemos el
espíritu de Jesús y entramos en el mundo del amor. Gracias al Espíritu
Santo cada bautizado es transformado en lo más profundo de su corazón.
“Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo:
Inspírame siempre
lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia santificación.
Espíritu Santo,
dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Amén”
(Cardenal Verdier).
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