Durante el verano, Juan y su hermanita
Teresa fueron a pasar unos días a la granja de sus abuelos. Como el niño no paraba
quieto, su abuelo le dejó que jugara fuera y que practicara con su tirachinas. No lograba
darle a ninguna de las latas que había preparado para hacer blanco. Desanimado, se
dispuso a regresar a casa para cenar.
Mientras caminaba de regreso, vio un pato, al parecer el más querido por su abuela. Y,
como un impulso, cogió el tirachinas y lanzó la piedra, sin pensar que podría acertar.
Le dio al pato en plena cabeza y cayó en redondo. Él estaba impresionado y consternado.
En un momento de pánico, escondió el pato muerto detrás de unas maderas. En ese momento
vio que su hermana lo estaba observando. Teresa lo había visto todo, pero no dijo nada.
Después del almuerzo del día siguiente, la abuela dijo:
- Teresa, vamos a lavar los platos.
Pero Teresa dijo:
- Abuela, Juan me ha dicho que él quería ayudarte en la cocina.
Luego le susurró a él:
- ¿Recuerdas lo del pato?
Así es que Juan lavó los platos.
Más tarde, ese mismo día, el abuelo les preguntó a los niños si querían ir a pescar,
y la abuela dijo:
- Lo siento, pero necesito que Teresa me ayude a hacer la compra.
Teresa sonrió y dijo:
- Bueno, no hay problema, porque a Juan le apetece mucho ayudar a la abuela con la compra.
Ella, de nuevo, se acercó a su hermano y en voz baja le dijo:
- ¿Recuerdas al pato?
Así es que Teresa se fue a pescar y Juan se quedó ayudando.
Después de varios días en los que Juan hacía tanto sus tareas como las de su hermana,
no aguantó más y decidió poner fin a lo que le estaba fastidiando las vacaciones. Le
confesó a su abuela que había matado al pato.
La abuela reaccionó rápido, abrazó a su nieto y le dijo:
- Corazón, ya lo sabía. ¿Sabes? Yo estaba en la ventana cuando sucedió y vi todo lo
que pasó. Pero, porque te quiero, te perdono. Sólo me preguntaba cuánto tiempo
tardarías en decidirte y en permitir que tu hermana Teresa te hiciera chantaje. Nunca hay
que tener miedo a decir la verdad, además siempre puede haber alguien que te vea por la
ventana. Me preguntaba cuánto tiempo mas permitirías que Teresa te hiciera su esclavo.
Moraleja:
Lo que hayas hecho en tu pasado y el Diablo continúe restregándotelo en tu cara
(mentiras, odios, ira, falta de perdón, amargura, robos, etc.), cualquier error
que hayas cometido, has de saber que Jesús estaba parado en la ventana y Él vio todo lo
sucedido.
Él ha visto tu vida completa y quiere que sepas que te Ama y que si le pides perdón,
confesándote con un sacerdote, estás perdonado. Él sólo se está preguntando cuánto tiempo más dejarás que el
Diablo te esclavice.
Lo maravilloso de Jesús es que cuando tú pides perdón, Él no sólo te perdona si no
que lo olvida, porque nos salva por medio de Su Gracia y Su Misericordia.
Y recuerda siempre que...
¡Jesús está en la Ventana!
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