No importa tu edad, lo que cuenta es tu espíritu joven.
La juventud no es cuestión de tener poca edad, sino de una posición
mental y de vitalidad de espíritu.
No envejeces por vivir mucho tiempo, sino por negarte a mirar la
vida como una verdadera oportunidad de alcanzar un alto ideal.
Tú eres tan joven como tu FE, tan joven como tu esperanza y tan
joven como tu alegría.
Llena de vida tu tiempo vivido, y no te importe cuánto has vivido.
Lleva como un viático, por la vida, tu decisión de contribuir a la
humanización propia y ajena, para rejuvenecer al mundo.
Y sobre todo, ábrele los brazos del amor de Dios, a todo aquel
que quiera acercarse a ti.
No lo menosprecies porque no esté a tu altura.
No cierres tus oídos espirituales, porque tú nunca sabes en qué pequeñez Dios
quiera hablarte.
Se joven para Dios y para el mundo.
Imagen:google
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