Desde que nos levantamos hasta que nos
acostamos estamos proyectando qué hacer en cada momento, que cosas
queremos realizar y que metas nos proponemos alcanzar.
Los
proyectos no siempre suponen grandes o difíciles acciones para
conseguirlos, a veces son pequeños pasos que lentamente nos llevan a su
consecución.
Hay proyectos sencillos en el día a día que no requieren mayor esfuerzo que el de seguir viviendo como lo hacemos habitualmente.
Sin embargo los proyectos importantes requieren de nuestra atención, pensamiento, realismo, vigor y oración pausada.
Ningún proyecto importante, en lo vital, se alcanza con un sólo paso... pero cada paso es necesario para alcanzarlo.
No
dejes nunca de soñar tu propio sueño, de alcanzar tus propias metas, de
reflexionar sobre lo que eres y lo que quieres ser, de vivir desde el
proyecto que quieres realizar en el que sientes a Dios como centro de tu
actuar.
Si das un primer paso
vendrá un segundo, y un tercero, y un cuarto... y te darás cuenta de que
los grandes proyectos están dentro de ti, tan sólo tienes que tener la
valentía de cogerlos en la palma de tus manos, contemplarlos, mirarlos,
mimarlos, ordenar y decidir qué quieres hacer con dichos proyectos.
El mejor proyecto de tu vida eres tú mismo, no lo dudes.
Dios es el arquitecto, nosotros los constructores.
Encar_AM
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