La violeta es la pantalla y la imagen de la lealtad. San Bernardo
llamó a esta flor la flor de la humildad y desde entonces fue adoptado como
símbolo de la Virgen María.
Coger un puñado de “violetas” y llevárselos a María es sentir una llamada a
perseverar en el camino cristiano. Lo más fácil y cómodo puede ser el
abandonar. Lo más sabio e inteligente, valiente y comprometido es….la
lealtad a Jesús. No resulta difícil, ni mucho menos, sembrar de violetas el
altar de Santa María y en recompensa escuchar una palabra de sus labios: “haced
lo que El os diga”.
María ayudamos a ser valientes y perseverar ante las dificultades y dudas que nos acechan cada día. Llévanos a Jesús y muéstranos su rostro.
"Cuando una persona inclina la cabeza ante Dios, Dios se la corona." (Claudia Meraz)
http://reflejosdeluz11.blogspot.com/
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