Tomando las palabras del Papa Francisco en su homilía en la
celebración eucarística del Jubileo del Catequista en el Año de la Misericordia
podemos encontrar diez propuestas que lo definen en una suerte de Decálogo del
catequista de la misericordia:
*El catequista anuncia, a ejemplo de san Pablo, lo esencial de la
fe, el primer anuncio, que “el Señor Jesús ha resucitado, el Señor Jesús te
ama, ha dado su vida por ti; resucitado y vivo, está a tu lado y te espera
todos los días”, y “te ama personalmente”.
*El catequista de la misericordia sabe que “a Dios-Amor se le
anuncia amando: no a fuerza de convencer, nunca imponiendo la verdad, ni mucho
menos aferrándose con rigidez a alguna obligación religiosa o moral”.
*El catequista de la misericordia no es ni mundano ni estrábico,
porque no se queda en la apariencia ni es indiferente, a diferencia de quien
“mira con deferencia a las personas famosas, de alto nivel, admiradas por el
mundo, y aparta la vista de tantos Lázaros de ahora, de los pobres y los que sufren,
que son los predilectos del Señor”.
*El catequista de la misericordia construye la historia saliendo de
sí mismo, porque “a Dios se le anuncia encontrando a las personas, teniendo en
cuenta su historia y su camino”.
*El catequista de la misericordia anuncia a Cristo “a través del
testimonio sencillo y veraz, con la escucha y la acogida, con la alegría que se
difunde”, porque “el Señor no es una idea, sino una persona viva”.
*El catequista de la misericordia anuncia a Cristo con alegría y
con coherencia: “No se anuncia bien a Jesús cuando se está triste; tampoco se
transmite la belleza de Dios haciendo solo bonitos sermones”.
*El catequista de la misericordia anuncia a Cristo en la caridad y
con creatividad: “Al Dios de la esperanza se le anuncia viviendo hoy el
Evangelio de la caridad, sin miedo a dar testimonio de él incluso con nuevas
formas de anuncio”.
*El catequista de la misericordia anuncia a Cristo con humildad y
servicialidad, pues “como servidores de la palabra de Jesús, estamos llamados a
no hacer alarde de apariencia y a no buscar la gloria”.
*El catequista de la misericordia anuncia a Cristo con positivismo
y optimismo, pues “no somos profetas de desgracias que se complacen en
denunciar peligros o extravíos; no somos personas que se atrincheran en su
ambiente, lanzando juicios amargos contra la sociedad, la Iglesia, contra todo
y todos, contaminando el mundo de negatividad. El escepticismo quejoso no es
propio de quien tiene familiaridad con la Palabra de Dios”.
*El catequista de la misericordia anuncia a Cristo con apertura y
proximidad, por que “el que proclama la esperanza de Jesús es portador de
alegría y sabe ver más lejos, tiene horizontes, no tiene un muro que lo
encierra; ve más lejos porque sabe mirar más allá del mal y de los problemas.
Al mismo tiempo, ve bien de cerca, pues está atento al prójimo y a sus
necesidades”.
Manuel María Bru
Delegado episcopal de Catequesis de Madrid